jueves, 18 de octubre de 2007

Regalo de cumpleaños

Conocí hace mas o menos un año a un chico peruano, a modo de acotación digo que soy chilena. Entre él y yo nació una fuerte atracción, tanto así que siempre que nos hablábamos por el msn teníamos cybersexo, el clímax de ésta historia fue cuando finalmente él vino a visitarme por mi cumpleaños.

Conocí a Pedro en una página de chat, primero solo hablábamos de cosas superfluas, tipo: "vivo en", "tengo tantos años", etc. Paso a decir que él tiene 24 años y yo 20, él es muy atractivo, mide mas o menos 1.70, se deja barba y el cabello un tanto largo, no muy moreno, buen cuerpo y con una sonrisa deslumbrante; yo por mi parte mido 1.65, tengo el pelo largo y liso, soy blanquita, con 93 de pecho y 100 de trasero muy lindo, redondito y parado, soy universitaria, tengo un departamento y vivo con una amiga.

Pues bien, nos hicimos bien amigos y me pasó su msn, comenzamos una relación bien especial, amigos un día y cyberamantes, otra. Así pasó un año, y así también fue creciendo la atracción entre nosotros y la verdad yo ya no aguantaba una noche más de pajearme pensando en él sin tenerlo a mi lado, en mi cama. Así se lo dije a lo que él respondió de la misma manera. La noche en que se lo dije me llamó a mi móvil y tuvimos el mejor sexo telefónico que hubiéramos pensando, cerró la llamada prometiéndome que vendría para que celebráramos juntos mi cumpleaños.

Pasaron unos días y se acercaba mi cumpleaños, y yo había desechado la idea de su visita por lo difícil que era. Llegó la víspera de mi cumpleaños y muy temprano recibí un llamado, era Pedro y fue muy breve:

- Ven a recogerme al aeropuerto por favor, mira que traigo un paquete para ti.

Le respondí con una maliciosa carjada, le corté, tomé mi bolso y salí.

Al llegar al aeropuerto lo busqué afanosamente entre la gente que llegaba o se iba, de pronto, sentí una mano que tapaba mis ojos y un cuerpo que se moldeaba al mío, alguien que me punteaba descaradamente, lo cual me calentó mucho, me destapé los ojos como pude y me di vuelta, mi boca se encontró con otra tan deseosa como la mía. Lo tomé de la mano y lo llevé al auto, tuvimos tiempo de llegar al departamento para empezar a quitarnos la ropa, él me besaba mucho mas apasionadamente de lo que yo hubiera imaginado, su lengua llegaba hasta mi garganta y luego salía a buscar mis labios, yo lo tocaba por todas partes, me tomó en brazos y agarro mi trasero con mucha fuerza, me puso sobre una mesa y comenzó a quitarme la ropa al tiempo que yo se la quitaba a él.

Primeo me quitó la blusita que llevaba y luego con mucha delicadeza me quitó el sostén, comenzó a chuparme los pechos y a morder mis pezones, a esas alturas yo ya estaba a mil y mojadísima, de un zarpazo me quitó la falda que traía y me dejó solo con mi tanguita, a la vez, yo le quité su polerita y le besaba el pecho, cosa que sabía lo excitaba mucho. Me tumbó en la mesa y se quitó los jeans, me besó por sobre la tanga, la cual ya estaba húmeda por mis jugos, me la sacó lentamente a la vez que besaba mis piernas, empezó a lamer mi conchita, a tomarse mis jugos, a meter y sacar su lengua y yo jadeaba más y más, luego de unos minutos de estar así, de ponerme al borde, me vine y el saboreó mis jugos orgásmicos, pero yo quería más y más así que le dije en tono ahogado "penétrame!" a lo que respondió: "todo lo que quieras nena, y por donde quieras", así que se sacó los jeans y el boxer y tomo su polla grande, dura y roja y de una oleada me la metió, duro y más duro, hasta que ya no me salían más gritos, finalmente acabó dentro de mi y se aparto jadeando.

Estuvimos así, tirados, unos minutos, sin hablar, solo jadeando y tocándonos, me puse en cuatro sobre él y tomé su polla en mi boca, se la mordí suavemente y de una ésta se puso roja y dura otra vez, pareció entender lo que quería, la comencé a chupar, a succionarla y a morderla, mi lengua se deslizaba por todo ese pedazo de su ser que tanto me gustaba, luego, la chupé como nunca y él se vino en mi boca, me salí y me tomó por la cintura, me llevo así hasta la cama y me puso en cuatro junto a ella, metió dos dedos en mi trasero para dilatar mi agujerito, luego pasó su lengua a lo que yo respondí con un gemido de placer, me tomó de la cintura y me plantó su polla hasta el fonfo, di un placentero grito, ese dolor mezclado al gusto que esa polla me provocaba me encantaba. A la vez, ponía sus dedos en mi conchita y presionaba mi clítoris, apretaba mis pezones y me recorría entera, ambos tuvimos un gran orgasmo, se acostó a mi lado en la cama, sonrió y me dijo:

- Espero que te haya gustado tu regalo de cumpleaños, viste que si era un gran paquete? - y rió.

- Nunca me habían dado algo tan delicioso - respondí.

Esa tarde el regalo se repitió muchas veces, así mismo con los días siguientes, y aún mejor cuando llegó mi turno de visitarlo, pero esa es otra historia, para otra fogosa ocasión.

Mi prima Ana

El día se prometía algo aburrido, típico día del típico encuentro familiar, donde se junta toda la familia, viendo gente que no recuerdas o que hacía años que no veías. Personalmente, esas situaciones me agobian bastante, estar sentado, rodeado de tíos, tías, abuelos, primos, primas, novios y novias de primos o primas… En fin, lo típico. Afortunadamente, de entre toda esta cantidad de gente, estaba también mi prima Ana, que tiene mi misma edad (23 años), y desde luego con la que más confianza tengo, pese a no ser prima de sangre directamente. Hemos crecido juntos y la verdad es que siempre hemos tenido muy buena relación, contándonos nuestras confidencias, problemas, preocupaciones o anécdotas. En resumen, que es muy buena chica, y quizás a la única que tenía verdaderas ganas de ver ese día.

Como esperaba, el día era aburrido, y como no era el único que tenía esa sensación, uno de mis primos, Miguel, propuso echar un partidillo de fútbol sala en un campo que hay cerca de mi casa, y allí que nos fuimos todos los primos y Ana, que siempre ha sido muy futbolera. Eso fue poco después de comer, y estábamos a principios de septiembre, por lo que aún hacía algo de calor. Yo jugaba de portero, era donde menos se notaba mi falta de calidad futbolística, pero sin embargo Ana tenía clase, y jugaba de delantera en el otro equipo. Era buena y de hecho si hubiésemos tenido que nombrar mejor jugador del partido, hubiese salido ella ganando con toda probabilidad. Me marcó algunos goles, pero siempre recordaré uno de ellos. En un momento dado, Ana salió corriendo hacia mí, llevando la pelota en sus pies, cuando de repente, Gonzalo, uno de mis primos, le agarro de la camiseta de tirantes que llevaba, dejando al descubierto un pecho. Me quedé atontado mirándolo, hecho que ella aprovechó para batirme sin ningún tipo de problema.

Cuando por fin nos cansamos, volvimos a mi casa, donde nos habíamos reunido toda la familia, y ahí la gente empezó a despedirse, salvo la familia de Ana, que se quedaron un rato más. Como la cosa iba para largo y yo estaba sudado de pies a cabeza, decidí darme una ducha, sin poder quitarme de la cabeza la imagen del pecho de Ana. Pensé que el agua fresquita me serviría para olvidarme un poco del tema, así que sin pensármelo dos veces, fui a mi cuarto. Entré en mi habitación y abrí el armario para seleccionar ropa limpia que me pondría después, me quité la camiseta, y me dispuse a entrar en el cuarto de baño. Al abrir la puerta, vi algo fuera de lo habitual. Allí estaba Ana, que había tenido la misma idea de la ducha que yo para quitarse el sudor, y me la encontré únicamente vestida con un pequeño tanga de color fucsia claro. Yo sorprendido, me quedé completamente congelado ante tal visión, que me encantaba todo hay que decirlo, pero me dejó de piedra. Nunca había visto desnuda a Ana desde que éramos muy pequeños y sin “deseos adultos”, y desde luego, verla allí, en esa situación me resultó muy chocante y excitante.

Ante mí tenía a toda una mujer, con un cuerpo bonito, pechos en su justa medida y por lo que veía reflejado en el espejo, un culito respingón y atractivo. Además, Ana también es guapa, tiene dos grandes ojos marrón oscuro, pelo liso negro y un pequeño lunar junto a la boca que le daba un aire misterioso. Nos quedamos los dos mirándonos unos pocos minutos sin saber que decir, la situación era incomoda, pero ninguno de los dos hacíamos un amago de echar a correr o de girar la vista. En ese momento, rompiendo ese silencio hipnotizador, Ana preguntó:

- “¿Te ha gustado verdad?”

- “¿El…el que?”

- “No te hagas el tonto” - dijo ella riéndose - “Me he dado cuenta en el partido que cuando se me ha salido una tetilla, la has mirado… y además ahora estás mirando la misma de antes”.

Y era verdad, pudiendo disfrutar de una visión más amplia, yo me había quedado absorto mirando el mismo pecho que había visto antes.

- “¿Te gustaría tocarlo?” - dijo ella mirándome primero a los ojos y después bajando la vista a una erección bastante evidente que se marcaba en mi pantalón.

- “¿Cómo?” - dije yo sorprendido - “Bueno… si, gustarme me gustaría, pero… ¿Estás segura?”.

Aquella pregunta me descolocó completamente, pero tampoco pude ocultar mi deseo sincero. Como yo no me arrancaba, ella me tomó por la muñeca, e hizo que apoyase su mano en su teta derecha, la que había visto en el campo de fútbol sala. Después, suavemente me tomó la otra mano, y la apoyo en el otro pecho, y ahí estaba yo, acariciando dulcemente los pezones, agarrándole toda la redondez que cabía en mi mano. Estaba ensimismado en ello cuando Ana empezó a tocar mi paquete. Mi miembro estaba muy duro y yo ya no pude aguantar más y ella al parecer tampoco. Apretamos nuestros cuerpos, sintiendo yo sus curvas junto a mí, y notando como cada vez, mi cosa, cada vez más excitada y dura, se apretaba contra la tela de su tanga. Mientras yo comenzaba a devorar sus pezones, cada vez mas endurecidos por la excitación, ella me bajó el pantalón corto que llevaba, dejándolo todo al descubierto, y lo mismo hice yo, poniéndola de espaldas a mí y besando sus nalgas, bajando poco a poco el tanga, dejando a la vista una rajita cubierta de una suave capa de vello como pude comprobar al acariciarlo. Empezamos a besarnos y de repente ella me dijo al oído suavemente.

- “¿Nos duchamos? Al fin y al cabo, veníamos a eso”.

Me miró con una mirada y una sonrisa pícara y alargando la mano encendí el agua de la ducha, y cuando la encontramos a una temperatura tibia tirando a fría, entramos, dejando que el agua surcase nuestros cuerpos. Ahora con el frío del agua, curiosamente nuestros cuerpos entraron en más calor, y las caricias eran mucho más directas que unos minutos antes. Ella me la agarró con fuerza, y empezó a masturbarme, mientras yo a ella le hacía lo mismo con una mano, y con la otra acariciaba sus nalgas, mientras nos besábamos debajo del chorro de agua. Agarré la alcachofa de la ducha, y sonriendo, apunté con ella entre sus piernas. El agua estaba fresquita, cosa que hizo que Ana diese un pequeño saltito de sorpresa, pero a la vez de placer, cerrando los ojos y sonriendo dejando que la presión del agua jugase con su clítoris, ayudada por mis dedos que giraban en círculo. Así estuve un rato, haciéndole llegar a su primer orgasmo, que le hizo soltar un suave gemido de placer La verdad es que verla así aumentaban mis deseos de poseerla.

En cuanto abrió los ojos, me miró, me guiñó un ojo, y se agacho. Empezó besándome el vientre, y masajeando mi pene, durísimo, al que empezó a besar en la punta, a la vez que le dejaba caer un chorro de agua sobre el, la combinación del agua y de lo que me estaba haciendo Ana era maravilloso, y aun lo fue más cuando ella empezó a lamerme todo lo largo de mi miembro, y cuando se lo introdujo en su boca. Yo me sentía en el paraíso, pero la cosa no había hecho más que empezar.

Estuvo mamándome unos pocos minutos hasta que los dos necesitamos algo más. Se abrazó a mí, y mientras besaba su suave cuello, separó un poco sus piernas, m agaché un poco y con la ayuda de su mano, fui introduciéndome en su interior. Era maravillosa la sensación del agua sobre nuestros cuerpos, y el calor que sentía cuando entraba en ella. La primera embestida fue suave, asegurando que mi pene se introducía entero dentro de ella. Poco a poco, empecé a acelerar el ritmo de mis entradas y salidas, y los dos empezábamos a gemir de placer. A cada acometida, sus pechos saltaban y yo no podía evitar la tentación de morderlos suavemente, cosa que sin duda le gustaba también a Ana, que en cuanto paraba me miraba, sonreía, y me daba un beso como dándome las gracias. Así estuvimos bastantes minutos, besándonos, gimiendo, dándonos un amor prohibido pero a la vez el más placentero que nos habíamos dado, hasta que empecé a notar que mi cuerpo no podía más y ya iba a explotar. Ella me lo notó y me señalo el pecho que tanto me había gustado en el partido. Quería que acabase allí. Así que se separó de mí, se agachó y se lo introdujo de nuevo en la boca, para provocar la “explosión”. Con un par de sacudidas, noté que iba a correrme finalmente, le avisé, y ella apuntó al centro de su pezón derecho, donde salió todo mi semen, en gran cantidad, empezando a deslizarse por su cuerpo. Sin embargo, ella no había acabado esta vez, así que para compensarle por el gran regalo que me había hecho, la senté y empecé a lamer su rajita suavemente, con cariño, pero sin descanso, pasando primero la lengua por sus labios, y finalmente haciéndola girar en su clítoris, mientras mis dedos se introducían en un lugar húmedo que no tardó mucho en acabar también.

Así nos quedamos un rato abrazados bajo el agua, hasta que decidimos, ducharnos “de verdad”, y vestirnos. Cuando salimos la familia seguía hablando, así que decidimos dar una vuelta donde también sucedió alguna cosa cuando llegamos al campo de fútbol, pero esa es otra historia, y desde luego, no la última que protagonizó mi prima Ana, ya que en cada encuentro familiar, siempre buscamos nuestro momento de intimidad, y recordamos lo que fue este primer encuentro en la ducha.

Una playa nudista y... algo más

Todo el mundo tiene alguna idea en la mente que nunca se ha atrevido a hacer, ya sea por vergüenza, por miedo al “que dirán” o simplemente porque no lo ven propio de uno mismo y se descarta, pensando que pese al deseo, te vas a encontrar incómodo.

Un fin de semana de verano, yo me decidí a romper mi tabú personal. Siempre había deseado ir a una playa nudista, pero nunca me había atrevido porque ningún amigo o amiga quería venir. Así que un sábado, prontito por la mañana, decidí ir yo solo. Me había informado donde estaban las playas nudistas en la costa mediterránea, y cuando me decidí por una, subí a mi coche, cargué en el maletero una toalla, algo de crema protectora y una mochila para guardar mi ropa, y allí que me fui.

Al cabo de hora y media de carretera, por fin llegué a mi destino. Aparqué delante de un cartel en el cual estaba escrito estas dos palabras que me hicieron ponerme bastante nervioso, y pensar en volverme por donde había venido…”Zona Nudista”. Me quedé un rato en el coche, decidiendo que hacer, hasta que por fin me hice el ánimo, y salí del coche. Me desnudé, y una vez había agarrado mi toalla y la crema protectora, cerré bien el coche y me adentré en la playa.

Aquello era desde luego una experiencia totalmente nueva para mí. Todo el mundo andaba, tomaba el sol, jugaba a las palas, al volley… ¡Pero desnudos! Aunque era algo esperado, no dejó de sorprenderme. Hasta ahora había ido a las playas “textiles” donde todo el mundo llevaba su bañador, las mujeres su bikini. Pero ahí estaba rodeado de cuerpos desnudos, incluyendo también mujeres muy atractivas. Eso produjo en mí una reacción que no había esperado. De repente empecé a tener una fuerte erección, y una sensación entre miedo y vergüenza se apoderó de mí. Muy apurado, estiré mi toalla en el suelo, y me tumbe boca abajo, procurando disimular. Intenté ponerme crema en la espalda, sin mucho éxito ya que no llegaba bien, y menos tumbado en el suelo, de forma que lo único que hice fue desparramar algo de crema sobre mi.

- “¿Te ayudo?”

Una voz femenina se dirigía a mí, y sin esperarlo, unas manos suaves empezaron a dispersar la crema por mi espalda, por mis hombros, mi nuca, y mi culo. Cuando noté eso último, me giré algo sobresaltado, y ahí estaba ella. Una chica joven, bastante morena de piel, pelo moreno con mechas rubias y unos ojos que me miraban de forma divertida. Evidentemente, estaba desnuda, mostrando ante mí dos tetas grandes, turgentes, con pezones rosados, y aunque estaba en cuclillas, se podía distinguir una delicada mata de vello que se perdía entre sus piernas, bien contorneadas y que hacían intuir un culito turgente…

- “Hola”- dijo sonriendo, divertida - “Me llamo Mika ¿Eres novato por aquí verdad? Lo digo por tu forma de ponerte crema, apuesto a que estás haciendo agujeros para poner sombrillas, ja ja ja!”.

Ante esa carcajada, yo no pude evitar reírme también, aún sorprendido por su espontaneidad y tranquilidad, viéndome ahí tumbado en una situación un poco aparatosa. Se tumbó boca arriba a mi lado, y estuvimos hablando un buen rato. Trató de tranquilizarme, diciendo que no me preocupase, que era normal la primera vez, que ella el primer día también iba excitada, pero que se le notaba menos. Eso lo dijo haciendo un gesto como diciendo “yo no tengo lo que tu tienes”, por lo que estallamos en otra sonora carcajada. La verdad es que me lo estaba pasando bien, era una chica divertida, y la verdad es que su buen humor me ayudaba a superar un poco mi timidez. Sin embargo, como veía que no me daba la vuelta, me pegó una palmada juguetona en el culo, y cogiéndome de la mano, me dijo que ya era hora de darse un baño y refrescar mi espalda que ya estaba muy roja. Consiguió levantarme, y pese a que no estaba erecto en ese momento, aun se mantenía en un estado “morcillón”, que Mika se quedó mirando, y sonriendo me dijo:

- “Es bonita, no tenías porque ocultarla tontorrón, je je je”.

Le dio un par de toques rápidos con la punta de los dedos, y nos metimos en el agua. La verdad es que aquello le vino bien a mi espalda, el frescor del agua apaciguo un poco el escozor que empezaba a sentir, haciéndome encontrar bien. Mika empezó a tirarme agua, el típico juego en la playa, y yo también le salpiqué, cada vez más, hasta que se me tiró encima para hacerme una ahogadilla. Salí para respirar, y al sacar la cabeza, ella me cogió por la nuca y me puso entre sus tetas. Eso me pilló por sorpresa, y besando mi pelo, me preguntó si me gustaba. Yo, algo nervioso le dije que si, y tras reírse, me dio la mano, y nadando nos alejamos a unas rocas cerca de la playa. Allí encontramos una pequeña cala, y se metió en un sitio sombreado, y arrastrándome hasta un lugar fresco, se giró hacia mí, y me cogió la polla con su mano, acariciándola suave pero firmemente.

- “Esto quizás consiga que te sientas menos cohibido”.

Acto seguido, empezó a besarme, y yo me dejé llevar, recorriendo con mi lengua cada recoveco de su boca, y comenzando a masajear ese culito suave, que mis manos recorrían de arriba abajo. Separé mis labios de su boca, y empezó a besarme el pecho mientras mi erección era cada vez más fuerte, y siguió bajando, jugando con mi ombligo, y finalmente, empezó a besar mi vello púbico, para pasar a jugar con mi miembro. Comenzó a lamerlo como si fuera un helado, desde los huevos hasta la punta, y después se metió en la boca solo la cabecita, mordisqueándola con suavidad, hasta metérsela toda entera en la boca. Así estuvo unos minutos, hasta que decidí por fin actuar por mi cuenta. La tumbé en la arena, y comenzando a lamer su cuello, mis dedos se escurrieron por su rajita, no siéndome difícil introducirlos debido a su humedad. Metí dos dedos mientras mi pulgar jugaba con su clítoris, cuando ella empezó a respirar entrecortadamente debido al placer que le producía. Sus pezones se endurecieron, y aproveché para mordérselos y lamérselos… con mi mano libre, abarcaba con dificultad la otra teta, aquello era delicioso. Cuando consideré que ya tocaba devolverle el placer oral que ella me había dado, deslicé mi lengua desde su canalillo, hasta su rajita, y ahí empecé primero con fuertes lametones, para que sintiese bien mi calor, y comencé a introducir mi lengua dentro de ella, para seguir después localizando el clítoris, con el cual me entretuve unos minutos. Aquello era delicioso, estaba disfrutando del sexo con una mujer explosiva en un ambiente paradisíaco.

En un momento dado, Mika me tumbó a mi boca arriba, dejándose caer sobre mí, y con la ayuda de una de sus manos, se introdujo mi miembro en su rajita, que entró sin excesiva dificultad hasta el fondo dentro de su ser. Cerró los ojos y abrió ligeramente la boca, dejando escapar un suspiro placentero, y ahí comenzó a moverse, mirándome de nuevo con la mirada pícara y divertida que le caracterizaba, y agarrando mis manos para ponerlas en sus pechos duros y grandes, que saltaban a cada movimiento. El ritmo cada vez era mayor, los dos empezamos a gemir, pero ella no quería acabar en esa postura. Se puso a cuatro patas, y me dijo que quería hacer el perrito, para que cuando acabase, lanzase mi esperma sobre sus nalgas y espalda. Empecé a bombearle muy fuerte, gritando los dos de placer, sin soltar yo sus pechos, cuando no pudimos más ninguno de los dos. Ella terminó escasos segundos antes de que yo lanzase mi carga donde ella me había pedido, y nos quedamos un rato exhaustos sobre la arena, besándonos con pasión y abrazados, momento en el que me confesó que ella también había perdido su timidez al nudismo así.

Se hizo tarde y había que volver, así que fuimos otra vez a nado hacia la playa principal, y recogimos nuestras cosas. Ese fue nuestro primer encuentro, de muchos que tendríamos ese verano, cuando decidimos hacer un tour por las principales playas nudistas del Mediterráneo, pero eso, es otra historia.

Que bonito es viajar

¡Increíble pero cierto!. Llevaba poco tiempo trabajando en una agencia de publicidad importante, como redactor creativo, y acababan de aceptar mi idea para un spot de crema solar de una importante marca de cosméticos. Así que una vez aceptada la idea, el equipo de cuentas y el equipo creativo, junto con unos representantes de la empresa, nos reunimos para decidir emplazamientos y poner en orden presupuestos, contrataciones y todos los papeleos. Se decidió ir a grabar a una playa en Nicaragua, perfecta para el ambiente que requeríamos. Una vez todo arreglado, fuimos al aeropuerto y subimos a un avión que nos iba a llevar a nuestro destino.

Una vez allí, empezaron todos los preparativos. En la playa seleccionada, comenzamos a organizar un pequeño plató donde iba a realizarse la grabación, donde íbamos a situar a los actores, una bella joven junto con un chico fuerte, al que maquillamos como si se hubiese quemado al no haberse protegido con la crema solar de nuestro cliente, así como unas cuantas extras, para que resultase mas creíble. Esto evidentemente creó bastante revuelo entre los habitantes de la zona, que se aproximaban a la zona de rodaje a curiosear. Entre esas personas, había una chica morena que me llamó la atención.

Todo estaba listo, actores, extras, técnicos, realizador…así que avisamos a todos para que fueran a sus posiciones para empezar a grabar. Los actores salieron del maquillaje, cuando de repente la actriz protagonista metió el pie en un hoyo de la arena, torciéndose el tobillo. El médico la examino y nos comentó que se había hecho un esguince bastante fuerte, que requería tratamiento inmediato para que no empeorase. Esto suponía un serio contratiempo, cada día suponía dinero de más, y el cliente no estaba dispuesto a pagar un céntimo más. En ese momento me acordé de la chica que me había llamado la atención, recé para que siguiera donde la había visto, y ahí estaba… Me acerqué a ella, y traté de convencerla para que hiciese de solución improvisada, que daba el tipo y no tenía que decir nada, solo sonreír y ponerse la crema, y que se le pagaría una cierta cantidad de dinero. Finalmente aceptó, y una vez lista, comenzó el rodaje.

Esta chica se llamaba Reyna, y lucía un precioso cuerpo moreno, únicamente cubierto con un pequeño bikini rojo, que debido a su tamaño dejaba bastante poco a la imaginación... Y desde luego, tenía dotes de actriz, ya que hizo su papel a la perfección, salvándonos a todos el cuello. Cuando todo terminó, le di las gracias, y le invité a una pequeña fiesta que teníamos previsto realizar esa noche en nuestro hotel todos los miembros del equipo, cosa que ella aceptó encantada, diciendo que le había encantado trabajar con nosotros, y me preguntó si el anuncio iba a emitirse en Nicaragua, para que lo viese su familia. Yo no pude evitar reírme, y le dije que no, que era solo para España, pero que no se preocupase que le haría llegar una copia para ella. Me dio las gracias, un inocente beso en la mejilla, y se despidió hasta la noche.

Esa noche a las 8, comenzó la fiesta, en nuestro. No era uno de esos lujosos que suelen verse en la playa, pero estaba bastante bien y desde luego estaba en primera línea de playa, lo cual era bastante agradable, sobre todo por la noche, al poder oír el suave romper de las olas desde la habitación. La fiesta se organizó en una pequeña terraza del hotel y allí estábamos todo el equipo de la agencia, el representante de la empresa, actores y los colaboradores nicaragüenses. La última en llegar fue Reyna, que tuvo algunos problemas para entrar, ya que el guardia de seguridad no le dejaba entrar. Hablé con él, y disculpándose, la dejo pasar, donde de nuevo y con una sonrisa en la boca, me dio un casto beso en la mejilla para darme las gracias. Iba vestida con un traje de noche color mostaza bastante elegante que resaltaba su bonito cuerpo, y marcaba bien sus curvas.

En la cena se puso a mi lado, y estuvimos charlando animadamente mientras comíamos. Después de la cena, pusieron una discoteca móvil, y fue ahí cuando Reyna me invitó a bailar. Yo bailando parezco un pato, así que me dejé llevar por la chica, que se movía muy bien, y he de admitir que de manera muy sensual, por lo que me excité bastante. La música era por lo general salsa, ballenato y ritmos caribeños, pero de vez en cuando ponían alguna balada. Fue al ritmo de una de ellas, en la que Reyna se acerco a mí, y me abrazó. Me dio las gracias por todo al oído, y no pude aguantar más la tentación. Comenzamos a besarnos apasionadamente, pasando nuestras manos por nuestros cuerpos, como si no hubiese nadie más allí…Pero si lo había, así que tomándome la mano, me llevó hacia la playa, donde nos echamos en la arena y volvimos a besarnos.

De repente, dejó de besarme, y me propuso que nos diésemos un baño. No me dio tiempo a contestar, cuando se puso de pie, y despojándose de su vestido y de la ropa interior, fue corriendo desnuda hacia el agua. Yo no pude hacer otra cosa que imitarla, y me lancé juguetonamente sobre ella, apretándola contra mí, y rozando nuestros cuerpos desnudos y mojados el uno junto al otro. Otra vez comenzaron los tocamientos, comenzando ella a masturbarme suavemente, mientras yo ahora mordía sus pequeños pezones marrones, duros por la excitación y por el frescor del agua. No puedo decir que yo esté extremadamente dotado, 18 cm, pero cada uno de ellos estaba durísimos por lo excitante de la situación.

Poco a poco fuimos andando entre besos y lametones hasta la orilla de nuevo, y nos dejamos caer en la arena mojada. Ella estaba tumbada de espaldas, y respiraba entrecortadamente mientras yo jugaba con su clítoris con mis dedos y lamía su cuello. Decidí que era el momento de meter mi lengua entre sus piernas y hacerla disfrutar, pero ella al ver lo que iba a hacer me dijo que prefería hacer otra cosa. Me tumbo a mí, y se puso en posición de 69…quería que disfrutásemos los dos a la vez. Agarró mi polla con sus manos y empezó a besarla y a hacer círculos con su lengua en mi glande, mientras yo introducía mi lengua dentro de su rajita mientras también con mi dedo jugueteaba con su clítoris.

El calor que yo sentía en mi miembro cada vez que ella se lo introducía en la boca me volvía loco de placer, y Reyna a su vez emitía pequeños gemidos cada vez que mi lengua torneaba su clítoris. Así estuvimos varios minutos, hasta que decidimos pasar a algo más fuerte. Reyna se tumbó boca abajo para recibir las pequeñas olas que había, mientras yo pasaba mi polla desde sus pechos, rozando la puntita con sus pezones, y deslizándome poco a poco hasta su coñito, pasándola despacito por su clítoris, y metiendo solo la cabecita. Reyna gimió débilmente, y sonriendo, me invitó a que siguiera entrando. Así lo hice, dejándome caer sobre ella, y metiéndome hasta lo más profundo posible. Cerré los ojos al notar el calor de su ser envolviéndome, y comencé a bombear lentamente, pero sin pararme, provocando un pequeño chapoteo con el agua que hacía aún más excitante la situación.

Empecé a acelerar mientras lamía el cuello de Reyna, y sus pechos, y de nuevo a su cuello y a besarla apasionadamente. Estábamos en el máximo grado de excitación, los dos gemíamos sin disimular, disfrutando del momento, hasta que no pudimos más. Me apretó contra ella y susurrándome que no me preocupase, que tomaba la píldora, vertí todo mi semen en su interior, mientras notaba sus fluidos deslizarse en mi miembro. Así nos quedamos un buen rato, yo dentro de ella, exhausto, y ella abrazada a mí, también respirando entrecortadamente, pero sonriendo. Tras descansar más o menos media hora, nos duchamos en las duchas que habían en la playa, y tras vestirnos, subimos a mi habitación, donde dormimos hasta el día siguiente.

Esa mañana nos levantamos, y bajamos a desayunar. Bajo nos esperaban mis compañeros, que al vernos llegar nos pidieron entre risas que la próxima vez fuésemos más discretos, aunque reconocieron que había sido un bonito espectáculo para acabar de celebrar la fiesta. Nosotros, aunque avergonzados, les prometimos repetir el show, y así lo hicimos…varias veces.

El pijama de Inés

Ella se llamaba Inés, y tenia algo que me volvía loco, pero nunca me atreví a decírselo por miedo a un rechazo, ya que nuestra relación de amistad era muy buena y no quería estropearlo, el caso es que me ponía a cien, pero creo que ella no sabia nada o se hacia la tonta. Ella era una chica mediana de estatura, pelo largo y moreno, un culo, mmmm..., dios que culo!, y unas tetitas bonitas y pequeñitas. Su manera de vestir no decía mucho de ella y no daba lugar a calentones, pero para mí era suficiente con verla.

A los 3 años de conocerla, yo deje la Universidad, pero como no podía dejar de verla, me invente la excusa de montar en bici para ir todos los días a su pueblo para verla. Las primeras veces era como una especie de atracción en su casa, conocí a su familia y me hice amigo de ellos, eso derivo en una confianza con casi todos, a veces, hasta tenia que ir a por los churros para merendar. Pero en este tiempo, cada vez que iba a su casa ella me recibía vestida de calle, nunca en ropa de casa o pijama.

Hasta que un día me presente por sorpresa, y que sorpresa, resulta que no había nadie en su casa y ella llevaba un pantaloncito de pijama de hombre y una camiseta de su hermano, sin sujetador por debajo. Se sorprendió al verme, y me invito a pasar, nos sentamos como tantas otras veces en el sillón, pero esta vez era distinto. Por la raja de la bragueta del pantalón se veían sus braguitas, blancas y con un tonillo negro de su vello pubico que se transparentaba, y sus pezones erguidos como nunca, asomaban por su camiseta cada vez que bebía café. Yo ya estaba a mil, empalmadísimo, y ella creo que lo advirtió y decidió entrar a cambiarse, yo me quede chafado, pero lejos de cejar, me incorpore y decidí ir al baño, así pasaría por delante de su habitación y así hice, cuando pase por su habitación, la vi, solo llevaba las braguitas, estaba de espaldas a mi, en esos momentos pensé: me la follaría enterita. Ella se dio la vuelta y se asusto porque me vio ahí parado:

- ¿Que haces? - dijo tapándose las tetas.

- Nada - y me empecé a reír.

- ¿De que te ríes?¿A mi no me hace ninguna gracia?

- Me rió de que parece que no hay confianza, nos conocemos desde hace años y todavía te asustas de mí y te tapas, como si fuera a hacerte algo.

- Que listo! A ver si te crees que no me he fijado de que no quitabas los ojos de mi coño y de mis tetas

Me quede mudo, todas mis fantasías hechas realidad y voy y la cago.

- Bueno vale, me has descubierto, compréndelo a cualquier tío que le pongas delante un...

- ¿Unas tetas como estas? - Y se descubrió

Para esos momentos mi empalme era enorme y ya pasaba hasta de disimularlo

- Por ejemplo, esas tetas, me han vuelto loco desde que te conozco.

- ¿Si? ¿Y que te gustaría hacerme? - acercándose seria hacia mí.

- Pues, ahora mismo, no sé.

¿Por que diría yo eso en ese momento?. Y cuando creí que me iba a pegar un tortazo, me agarro el paquete, y me dijo:

- Pues si no lo sabes, te quedaras sin hacerlo, yo me tumbare en la cama, si quieres, ven.

Y allí estaba ella, la tía con la que más pajas me he hecho, con unas braguitas blancas que dejaban ver su hermoso coño, y con las tetas al aire mirándome fijamente. Me tire a la cama y bese aquellos labios que me volvían loco, quería que fuese especial, pero entonces me dijo:

- Hay que ser rápidos, mi hermano llegara de un momento a otro.

Eso casi me hecha para atrás, aunque la relación con la familia era buena, no era igual con el hermano, y encima era un 4x4, y me retire. Ella vio mi cara de susto-acojone y me dijo:

- Cierra los ojos, concéntrate que te voy a hacer una pregunta muy, muy seria.

Obedecí, y cuando esperaba una pregunta, me bajo los pantalones del chándal y se puso a chuparme la polla como nunca me lo habían hecho. Con la mano derecha jugaba con mis pelotas y con la izquierda subía y bajaba por mi polla acompañando a su boca, era una mamada increíble, entonces de repente paro, me tiro en la cama, y con voz de mando me dijo:

- No habrás los ojos, saca la lengua y chupa.

Note como un pezón se ponía a tiro de mi boca y obviamente chupe, chupe como nunca

- ¿No era eso lo que querías, comerme las tetas? - seguía con voz de mando

Ella era la jefa, yo hacia lo que me dijese, se volvió a quitar, y me volvió a ordenar que chupara, ahora lo que chupaba era un coño, el olor lo delataba, le pedí que me dejara abrir los ojos y accedió. Y ante mí el coño de Inés, con pelo por arriba pero la parte interesante sin ninguno, ella con dos dedos tiraba para atrás de su coño, dejando ver el clítoris y me dijo:

- Chupa como no has chupado nunca cabrón, que como me pillen me la cargo, así que dame placer.

Y chupe, chupe hasta que le oí que se corría y me lleno toda la barbilla de su corrida, sus gritos me ponían a mil, saber que era su puto esclavo me ponía aun más, se quito de encima de mí abrió su mesilla, saco un preservativo, era increíble, me la iba a follar, como tantas veces pensé, pero me guardaba una ultima sorpresa, me dijo:

- Esto por buen chico y porque quiero que te corras pronto, extralubricado.

Se lo puso en la boca, me hizo una mamada en la cual, me puso el preservativo, hasta ahí, era nuevo eso para mí, pero entendí lo de, quiero que te corras pronto, y mis temores o deseos se hicieron realidad. Se lamió la mano, recogió el lubricante que había inundado su coño, se lo puso en el culo, cogió mi polla, más tiesa que nunca y apunto a su culo. Los primeros gestos eran de dolor, ya que su culo no estaba apunto, pero cuando entro el capullo, despacito, despacito, se metió todo el resto de mi polla de un solo tirón, y se empezó a mover como si estuviese cabalgando. Yo era la primera vez que se la clavaba en el culo a una chica y note una presión indescriptible, que me hacia ir a los cielos. Dure muy poco, debido a las circunstancias, ella acelero mucho el ritmo y me corrí dentro de su culo, me quede tirado en la cama, como una piltrafa, pero ella, saco mi polla de su culo, retiro el preservativo y chupo todos los restos de lefa que quedaban en mi nabo, cosa que agradecí, y con lefa aun en la boca y mi polla entre sus manos me dijo:

- ¿Era eso lo que querías? Pues ya esta, ahora espero que no me mires mas a las tetas, y ahora cámbiate rápido no vaya a ser que venga alguien.

Y se fue al servicio. Yo me quede paralizado pensando que la había cagado, pero tenia un polvazo a las espaldas, me levante, y me cambie, y vi en la manta de su cama unas gotitas de sangre, probablemente de su culo, pensé, cuando salió, parecía mas calmada y me dijo que ella sabia que me la quería follar y que decidió hacerlo para que la dejara en paz, no porque le gustara, me dijo que ya lo haríamos otra vez, que le gusto como le comí el coño pero que solo seria una vez mas.

Un cambio de vida

A los 45 no es tarde par empezar de nuevo... Posiblemente la historia que les voy a contar a algunos les parezca mínima, pero se que muchos otros se verán identificados en ella, o han vivido algo similar. Soy Daniel (todos los nombres están cambiados), y hace algo más de dos años empecé a revisar lo que había sido mi vida hasta allí.

Me faltaban semanas para cumplir 45 años, hacía 20 que estaba casado con la primera mujer de mi vida, si bien había tenido novias de bien joven, con ninguna había tenido contacto intimo, fruto de mi extrema timidez y de una férrea educación religiosa, y que ahora se resumía en fugaces contactos de fin de semana si no mediaba alguna discusión, lo que hacía que se espaciaran a meses una de la otra.

Hacía algunos meses había conseguido un nuevo trabajo que cumplía uno de mis sueños de juventud, el de viajar por el interior de mi país, me apasionaba recorrer esas inmensas distancias al mando de un vehículo, conocer otros lugares, otros paisajes y otras gentes. También tenía por esas fechas un trabajo de medio tiempo en un estudio de arquitectura, que podía ser el sueño de cualquier hombre, tres profesionales y dos auxiliares todas... mujeres!. Mis cavilaciones me hicieron llegar a la conclusión de que si quería salir de, según mi opinión, mi oscuro presente, pues debía abandonar mi actual forma de ser y ponerme en contacto con la realidad.

Lo primero que hice fue instalar uno de esos mensajeros en línea y buscar dentro de mis posibles destinos, gente con la cual charlar y en caso de darse, poder visitar y conocer personalmente. Debo decir que en un principio no pensaba en nada sexual, sólo quería conversar, cambiar opiniones, aprender de los demás. Siempre he sido bueno para escuchar a los demás, así que no me fue difícil encontrar personas que usaban ese medio que nos da cierta protección para descargarse, contar sus penas, sus fracasos, sus deseos más ocultos. Eso mismo empezó a ocurrir en mi empleo de medio tiempo, como sólo podía dedicarle el descanso del almuerzo, cuando no estaba de viaje por mí otro trabajo, ocupaba ese tiempo en adelantar las tareas, es así que comencé a prestarle mi hombro a la auxiliar que cumplía ese turno en el estudio.

Gladys es una morena de 1,65 de estatura, buen culo y pocas tetas, que salvo algunas infidelidades de su parte vivía una historia similar a la mía, con un esposo más preocupado por su carrera política que en su familia. Poco a poco la intimidad de las confesiones hicieron que las conversaciones se hicieran más calientes, yo notaba como se excitaba al tenerme cerca, aún cuando nunca la había tocado, solo conversábamos de lo que nos gustaría hacer en la cama. Una de esas tardes, el trabajo de la mañana había sido intenso, entre vencimientos y plazos que se cumplen y ella se quejaba de estar contracturada, me ofrecí a hacerle unos masajes, para lo cual me paré detrás de su silla, mientras masajeaba su cuello, comencé a excitarme, hacía mucho que no tocaba una mujer que no fuera la mía y la situación me superó. En un movimiento, ella apoyó su espalda en mi miembro que pugnaba por salir de mis pantalones, y dándose vuelta me dijo:

- Creo que ese también está contracturado, luego me dejarás hacerle unos masajes?

Pensando que sólo se trataba de una broma, respondí que por que no, a lo mejor es lo que necesita. Terminado el masaje, me retiré a la oficina privada donde tenía mi lugar de trabajo, y cual fue mi sorpresa al verla ingresar al rato, cerrar la puerta y oírla decir:

- Vengo a devolverte el favor.

Yo no me lo podía creer, no me consideraba un sex-simbol, es más, en esos momentos mi autoestima estaba en plena decadencia, así que contesté:

- No jodas, ya demasiados problemas tengo como para agregar el que nos descubran aquí.

Dio la vuelta a mi escritorio y se agachó delante de mí, desabrochó el cinto, abrió la cremallera de mi pantalón y metiendo la mano dentro de mi slip sacó mi miembro a media erección. Yo la miraba y no lo podía creer, nunca me había sucedido algo así y no lo esperaba, es más pensaba que de un momento a otro se pondría a reír y todo quedaría allí. Al ver mi miembro, y dado lo extraño de la situación mi miembro comenzó a crecer, ella lo vio y mirándome a la cara me dice:

- Mira lo que tenías guardado!, de haber sabido que tenias semejante aparato hace rato que ya lo hubiera disfrutado.

Y dicho esto se lo metió hasta donde pudo en la boca. Debo reconocer que es una experta en esas tareas, lo apretaba con sus labios, lo dejaba salir hasta dejar el mínimo contacto entre sus labios y la cabeza de mi pene, lo besaba, le pasaba la lengua en el tronco, nunca me habían hecho nada igual. Demás está decir que mi hizo acabar de una manera gloriosa, tantas ganas acumuladas y tanta habilidad para mamar hicieron efecto, se tragó hasta la última gota de mi semen y cuando ya pensaba que todo había acabado, lo volvía a tomar de su tronco y lo besaba diciendo:

- Cómo lo voy a disfrutar! Porque no será la última vez que la voy a tener, si otras no la saben disfrutar, yo si lo voy a hacer.

La verdad, yo estaba bastante fuera de mí, era la primera vez que estaba siendo infiel y una mezcla de miedo y deseo me ponían a mil. Esa tarde me lo pasé pensando en que todas las cosas que alguna vez había deseado hacer se estaban realizando y yo no tenía el control, alguien había tomado la decisión por mí, aunque debo decir que mucho no me resistí.

Al día después, cuando era la hora de volver al estudio, la rigidez de mi miembro delataba mi ansia por volver a sentir esa dulce sensación, esas caricias tan suaves y esa leve succión sobre mi miembro. A pesar de mi ansiedad, apenas saludé y me fui a refugiar en la oficina, no podía verla a los ojos, me sentía en falta. Cuando despidió al cliente que estaba atendiendo, repitiendo lo del día anterior, cerró la puerta principal y entró a la oficina, y se dirigió directamente a la hebilla de mi cinturón. Allí comprendí que no representaba para ella ninguna falta, era solo sexo, lo disfrutaba y no tenía pudor en demostrarlo, así que me dejé llevar, abandonaría de ahora en mas mi forma de pensar y disfrutaría de cada momento. Cuando sacó mi miembro, ya estaba tieso, listo para las caricias que le prometían, pero yo quería algo más, así que mis manos también empezaron a explorar ese cuerpo tibio que se me ofrecía.

Le desabroché la camisa y metí mis manos dentro del sostén, sus pechos son pequeños, con unos pezones chiquitos y oscuros, luego mis manos recorrieron sus costados y llegaron a borde del vaquero, busqué el botón que lo liberaba y bajé la cremallera. Metí mi mano dentro de su tanga y sentí la humedad de su sexo cubierto por una pequeña mata de pelos, mientras ella siguió besando mi miembro, llegando con sus labios casi hasta la base, pero por más esfuerzos que hacía, no conseguía tenerlo todo. A esa altura, mis deseos ya no eran los de una mamada, deseaba poseerla, le pedí que se sacara los pantalones para estar más cómodos, pero se negó, entonces se los bajé hasta los tobillos, la giré y así sentado como estaba la senté sobre mi miembro, entró suavemente, sus jugos y lo mojado que estaba mi miembro por su saliva hicieron que en la primera envestida mis testículos chocaran en su vulva, lo que hizo que soltara un quejido de placer y de dolor, al haber golpeado mi pene el fondo de su vagina.

- Déjame moverme a mí - me dijo - me vas a lastimar con semejante verga.

Y comenzó a moverse suavemente, dejaba que le entrara hasta donde sentía que la llenaba y se volvía a levantar, se mordía los labios, mientras yo le apretaba los pezones entre mis dedos, e intentaba que le entrara un poco más. El morbo de la situación, del lugar y las ganas contenidas hicieron que me corriera casi enseguida, pero mi miembro continuaba duro, así que Gladys continuó con su sube y baja, teniendo un orgasmo tras otro, hasta que ya las piernas no la pudieron sostener y se dejó caer sobre el escritorio, totalmente agitada. Se levantó de mi miembro y levantándose los vaqueros a media pierna fue al baño a lavarse, mientras yo trataba de acomodar mi vestimenta, cuando volvió me dio un largo beso en la boca y dijo:

- Hacía rato que nadie me cogía de esta manera, sentí que me ibas a destrozar por dentro, tendremos que tener cuidado ya que me llega muy adentro, pero de ninguna manera dejaré de montarme sobre esto - agarrando con su mano a través del pantalón mi miembro.

Esta fue mi primera experiencia en el sexo clandestino, pero no la última.

¡Que strike el de aquel día!

Se había retrasado una reunión dos horas, y por tanto tenía dos horas libres por delante en las cuales no sabía que hacer. Así que decidí darme una vuelta por las calles de mi ciudad, cuando descubrí que habían abierto una bolera nueva. Pensé que era un buen sitio para matar el tiempo que tenía por delante antes de la reunión, y además los bolos siempre habían sido uno de mis pasatiempos preferidos, pese a que no soy un gran jugador. Entré y la verdad es que había muy poca gente, de hecho, solo estábamos un par de chavales que jugaban en una de las pistas, los dos encargados, y yo. Me acerqué al mostrador, y pedí una pista. Al sentarme y al ir a ponerme las zapatillas de la bolera, se sentó a mi lado una chica. Yo me sorprendí al verle ahí, ya que no me lo esperaba. Me dijo que se llamaba Elsa, y que era la primera vez que iba a una bolera, que iba a entrenarse porque no había jugado nunca, y el siguiente fin de semana había quedado con unos amigos. Como me había visto solo, pensó que sería más divertido jugar con alguien que sola, y de paso, me preguntó si podía enseñarle. Yo aún algo sorprendido por su aparición, le dije que porque no, sería divertido, así que me acerqué de nuevo al mostrador, y pedí que pusiesen una nueva jugadora en la pista.

Una vez calzados, comenzó la partida. Al principio la verdad es que ninguno de los dos empezamos muy bien. Yo solo tiré 5 bolos, y ella 2. Pese a eso, la verdad es que fue divertido. Jugamos dos partidas que yo gané, aunque la segunda con algo de sufrimiento y por experiencia más que por otra cosa, ya que en muy poco tiempo, Elsa mejoró su estilo mucho. Aunque no fue solo eso lo que me llamo la atención de ella.

Era una chica bastante agradable a la vista…iba vestida con un pantalón vaquero algo suelto que cada vez que lanzaba, dejaba asomarse un pequeño tanga negro de hilo que se perdía dentro de su pantalón, y una camiseta gris claro donde podía distinguirse un sujetador también negro, que sujetaban unos pechos bastante grandes. Yo, a petición suya, le corregía la posición, y cuando apoyaba la mano en su espalda para guiar su brazo, ella se apoyaba en mí, y restregaba su culito contra mi paquete, rozándose. Yo al principio pensaba que lo hacía sin querer, pero al ver que se repetía, no pude reprimir una hermosa erección.

Terminamos la segunda partida, y como aún quedaba una hora para mi reunión, fuimos a tomar algo a un parque cercano, donde había un bar a la sombra de los árboles, y nos tomamos un par de cervezas bien frías, ya que hacía bastante calor. Estuvimos hablando un buen rato, y me comentó que trabajaba en la administración de una empresa cercana a mi lugar de trabajo, que tenía el día libre y que le sonaba mi cara por haberme visto pasar alguna vez por la calle. Cuando casi era la hora de irme, me llegó un mensaje al móvil, diciéndome que no me preocupase en ir a la oficina, ya que el cliente no podía venir, y se cancelaba la reunión. Eso me alegró bastante, lo estaba pasando bien y no m apetecía ir a trabajar, así que pedí dos cervezas más para celebrarlo. Cuando las cervezas empezaron a hacer efecto, decidimos dar un paseo para rebajarlo. La tarde era agradable pero calurosa, así que después de media hora, decidimos echarnos en el césped y encontramos un sitio bastante resguardado de las miradas de los demás a la sombra de unos arbustos... y ahí se desato la pasión guardada desde la partida de bolos.

Tumbados en el césped, comenzamos a acariciarnos con pasión todo el cuerpo. Yo metía mis manos dentro de su camiseta acariciando esas tetas que apenas podía cubrir con mi mano, mientras ella ya me había desabrochado el pantalón y acariciaba mi paquete sobre la tela del calzoncillo. Apoyó su mano en mi pecho para que no pudiese moverme, y me bajó el bóxer y mirándome con malicia, mordió lentamente la cabecita de mi miembro, para después chuparla, y mientras masajeaba mis huevos, jugaba con mi polla, durísima, pasando la lengua por ella como si lamiese un caramelo, hasta que empezó a metérsela entera en la boca. Mientras lo hacía, yo le bajé el pantalón despacito, notando su calor en mis bajos, y descubrí ante mi un precioso culito tan solo cubierto por un minúsculo tanga. Empecé a pasar mi mano por su rajita, desde su vello púbico, hasta su ano, notando como Elsa iba humedeciéndose por momentos. Finalmente no pudo más y pasando una pierna sobre mi cabeza, se aproximo a mi boca… le acabé de quitar el tanga y empecé a comerle todo, dando ella un pequeño saltito al notar la humedad de mi lengua recorrerle de arriba abajo. Así estuvimos un buen rato, ella engullendo mi polla y yo comiéndome todo su coñito, pasando la lengua por el y haciendo círculos en su clítoris mientras dos dedos se introducían dentro de ella.

De repente se puso de rodillas sobre mí y tras quitarse ella la camiseta y el sujetador, me quito a mí la camisa, y empezamos a besarnos, restregando su pecho contra el mío, mientras, con bastante destreza, empezaba a deslizarse, su rastro de humedad por mi vientre. Cuando noté que su abertura estaba sobre la punta de mi miembro, me miró con sus ojazos verdes, sonriendo, y me besó, como pidiéndome que entrase en ella…y eso hice. De un empujón fuerte y rápido, entre dentro de ella, cosa que no fue fácil, al estar muy húmeda y yo tenerlo muy erecto. Empecé a bombearle cada vez más rápido, haciendo que sus tetas saltasen frente a mí, no pudiendo evitar devorar esos dos pezones grandes y rosados, cosa que a Elsa parecía encantarle, ya que no dejaba de gemir. Mis huevos rebotaban en su culito y mi polla estaba completamente mojada por sus fluidos. Los dos gemíamos sin disimulo, dándonos igual si alguien podía oírnos, estábamos ella para mí y yo para ella, disfrutando de una pasión descontrolada. El ritmo de mis “ataques” cada vez se intensificaba mas, pero para mi sorpresa me dijo que parase, que no quería que me corriera ahí… y me pidió algo que no esperaba, ya que pocas chicas están dispuestas y yo nunca se lo había propuesto a una chica…quería sexo anal, y que acabase dentro de su culito.

Se puso a cuatro patas delante de mí, y comencé a lubricar su ano con mi dedo y con mi saliva, disfrutándolo ella en todo momento, por las caras de placer que ponía mientras le tocaba. Cuando ya estaba húmedo, empecé a entrar despacio en ella, hasta que me pidió que entrase fuerte... y así lo hice. Dio un pequeño grito de dolor, que fue atenuándose en pequeños grititos de placer conforme iba moviéndome. Aquello era una experiencia nueva para mí, el calor que su culito daba a mi polla era increíble, y podía entrar en el con muchísima facilidad. Mientras yo le daba, ella se masturbaba con una mano, mientras que yo masajeaba sus tetas con otra, lamiendo su espalda a cada acometida. Estuvimos así un buen rato hasta que yo noté que no podía más. Mis huevos temblaban de la excitación, y noté que ella también se aproximaba al orgasmo, ya que su cuerpo empezó a temblar, hasta que ya no pudimos más. Lancé todo mi semen dentro de su culito, echando tanta cantidad que al sacarla quedaban restos alrededor, mientras ella también acababa, dejándonos caer los dos en el césped, completamente agotados.

Así nos quedamos un buen rato, hasta que empezó a refrescar, por lo que nos vestimos, y nos fuimos dando una vuelta hasta el metro, donde ella tenía que ir para volver a su casa. Sin embargo, no fue esa la última vez que nos vimos ya que fuimos varias veces a jugar a los bolos, y varias veces al parque a tomar algo en el bar, y a relajarnos en el lugar de nuestro primer encuentro, que se convirtió en un lugar donde muchas cosas pasaron... pero eso, ya lo contaré otro día.

Como folla mi ex esposa

La experiencia que voy a narrar es absolutamente verídica y sucedió hace un poco mas de dos años. Después de una larga convivencia de 15 años, decidí separarme de mi esposa por cuestiones que no vienen a cuento. Lo que sí voy a decir es que en todo ese tiempo, si había algo en lo que no llevábamos ningún problema era con el sexo. En realidad, en ese sentido la pasábamos muy bien. Generalmente teníamos relaciones a diario y no tan frecuentemente mas de una vez por día. Desde que nos conocimos, ambos resultamos muy calientes y abiertos respecto a la sexualidad. Típicamente, probamos casi de todo salvo un trío aunque en realidad mas de una vez lo hablamos sin llegar a concretarlo.

Mónica nunca tuvo dificultades para llegar a sus orgasmos ni para lubricarse y más de una vez pasaba por esas experiencias de orgasmo múltiple, especialmente los días posteriores al final de su período cuando disminuíamos nuestras relaciones amorosas. Típicamente cualquiera de los dos iniciaba el juego. Siempre dormíamos desnudos tanto en verano como en invierno en la acostumbrada posición de la “cucharita”. Por ello es que a veces ella empujaba con su culo haciendo vaivén a lo que yo respondía de inmediato. Como resultado del movimiento, yo le levantaba una pierna ligeramente y entraba en su concha que siempre estaba húmeda y comenzaba a empujar suavemente hasta que la calentura hacía que me pidiera que la llene de leche.

Como Mónica tenía cruzada las trompas no había inconvenientes en que yo la llenara de mi leche en cualquier momento lo que ella siempre disfrutaba con grandes gemidos y una característica especial que era apretarse contra mi verga cuando sentía el liquido salir. Siempre era como si quisiera que entrara al fondo de su vagina y quedara para siempre. En ese movimiento yo sentía el cuello de su útero tocar mi cabeza y latir al compás de mis eyaculaciones. Después nos quedábamos dormidos. Lo cierto es que nos separamos y lo que voy a contar sucedió después de esa separación.

Hacia un mes aproximadamente que cada uno vivía por su lado cuando, tuve necesidad de llamarla y preguntarle si podía pasar a recoger unos documentos a lo que asintió. Cerca de las 5 de la tarde, estacioné en la puerta de la casa y toque el timbre. Me atendió por el portero eléctrico y me franqueó la entrada. Ya en la casa, me gritó desde el baño del fondo que la aguardara un instante que estaba terminando de ducharse. Al momento salió envuelta en su toallón y descalza como era usual. Este espectáculo no me llamó la atención pues después de tanto tiempo conocía muy bien sus costumbres. Mientras se secaba el cabello, se acercó y nos saludamos como si tal cosa. Nos dimos un beso como habitualmente y nos dirigimos a la cocina a tomar un café. Mónica iba adelante y al verla se me cruzó por la mente ese culo del que tanto había disfrutado. Se lo toque riendo y diciendo que estaba lindo como siempre. Ella se dio vuelta y me dijo algo que sonó bien raro:

- Tengo que decirte algo aunque me da mucha vergüenza - explicó.

- Todos estos días te estuve necesitando. Me he masturbado varias veces por día e incluso utilicé el vibrador pero sigo caliente. Me da vergüenza decirlo pero quiero pedirte que me cojas un poquito aunque sea.

La besé con ternura mientras dejaba caer la toalla en el pasillo donde habíamos quedado detenidos. Besé su cuello y sus enormes pechos que tenían los pezones inusualmente duros y frescos por la ducha. Ella sin decir palabra me aflojó el pantalón jogging y se arrodilló hasta mi verga que se había puesto durísima. De un movimiento se la tragó hasta el fondo y comenzó a sobarla como hacía tiempo no lo hacía. Luego de unos minutos, la hice levantar y le pedí ir al dormitorio. Mónica estaba roja de calentura y yo apenas había contenido mi eyaculación en su boca. La empujé en la cama y cayó con las piernas abiertas. Sus muslos brillaban de la cantidad de jugo producido y emanaban un excitante olor. Se había depilado completamente y se veían sus labios gruesos y oscuros palpitar. Bajé hasta su concha y separé con mis manos los carnosos labios. Por un momento quedé quieto. En todos esos años juro que jamás había visto su clítoris tan rojo y duro. Tanto que parecía un pene pequeño. Primero le pasé la lengua a lo que Mónica gritó, y luego empecé a sorberlo como si me estuviera mamando una pequeña verga.

Ella se revolvía gimiendo, gritando y tirándome del cabello. Un instante después acabó en mi boca en un orgasmo largo y profundo. Luego me pidió un 69, pero yo estaba tan caliente que mi semen empezaba a chorrear de a gotitas. Acerqué mi cabeza a su vagina y la introduje sin ninguna dificultad hasta el fondo. Mónica gritó de nuevo y volvió a acabar. Era como si un orgasmo no hubiera terminado antes que el otro comenzara. Demás está decir que en cuanto toque el fondo de su vagina caliente me vacié completamente en ocho o nueve chorros de caliente semen. Mónica alzó las piernas al tiempo que me agarraba de mis nalgas para sentir el jugo todo adentro.

Luego convulsivamente comenzó a vibrar y su vagina a apretarse en espasmos. No me permitió salir de dentro suyo y mientras nos girábamos para que quede encima de mí me decía “Te acordáis de la película Atame. Bueno sigamos” Y comenzó a subir y bajar con esos increíbles espasmos de concha. La cuestión es que entre gemidos y groserías no dejó que mi verga se aflojara hasta que un rato después los dos volvimos a acabar. Mi semen y sus jugos se salían y me mojaban todo el vello, el vientre y el cobertor de la cama. Luego de acabar, Mónica se bajó con dificultad y se tendió a mi lado. Yo volví a tocar su clítoris que aunque no tan duro aún era impresionante. Nos acariciamos un rato mas hasta que luego se levantó y me dijo:

- Hoy no me lavo tu leche. Y quiero repetirlo.

Yo me levanté, fui al baño, me vestí y tomando los documentos me despedí.

Juro que este polvo no me lo olvido más. ¿Será que las relaciones entre ex parejas son todas así?.

Cibersexo muy real

¡Qué mala suerte tengo! ¡Necesitaba un ordenador para un trabajo de clase y, aunque parezca la típica excusa que se le da al profesor, un virus entra en mi ordenador, y ni puedo buscar información en Internet, ni puedo redactar, ni puedo imprimir! Menos mal que acababan de abrir un local de esos que son una especie de mezcla entre papelería y cibercafé, y, aunque no iba a ser barato entre el alquiler del ordenador y la impresión, no tenía otro remedio. Llegué allí y vi que en este lugar, los ordenadores estaban dentro de unas cabinas privadas, cosa que la verdad me pareció muy buena idea, así podría trabajar más tranquilo.

Entré en mi cabina, me conecté y ahí estaban mis compañeros, algo enfadados conmigo por haber tardado tanto en conectarme, ya pensaban que quería escaquearme del trabajo. Una vez aclarado el malentendido, nos pusimos a trabajar. La verdad es que resultó ser bastante duro, pero al cabo de tres horas, por fin lo terminamos. Mis amigos se despidieron, ya que me tocaba imprimir a mí, y cuando estaba a punto de hacer clic en “imprimir”, cuando oí que alguien se había conectado. Miré quien era y era ella… Berenice. Berenice es una chica mexicana que yo había conocido en un Chat hace un par de años, y solíamos “relajarnos” a veces con cibersexo por webcam. Empezamos a hablar y le comenté que estaba algo nervioso por el trabajo, que no pensaba que estuviese bien del todo, y ella trató de tranquilizarme y de animarme, diciéndome que todo estaría bien, y que si era tan bueno en mis estudios como subiendo su temperatura, todo iría bien. No pude evitar una carcajada, y seguimos bromeando sobre el tema, hasta que la temperatura empezó a subir. Decidimos encender las webcams, y allí estaba ella, una chica morena, ojos y pelo oscuro, con una camiseta ajustada que marcaba sus dos preciosos pechos. Inclinó algo su cámara y se enfoco a los pechos, que empezó a manosear, y yo hice lo mismo, enfocando a mi paquete.

Íbamos a seguir, cuando de repente en la pantalla salió el aviso de que se me acababa el tiempo de alquiler. Así que le pedía a Berenice que me esperara un momento, que volvía enseguida, diciéndole que estaba en un ciber, y me dijo que no me preocupase, que ella también tenía que ir a pagar otro tiempo para seguir. Salí de mi cabina, y me di de bruces con una persona conocida, pero totalmente inesperada…¡Berenice! La mujer que había conseguido excitarme tanto a través de una webcam, estaba enfrente de mí. Ella, aunque no tanto como yo, también se llevo una buena sorpresa, y me dijo que había venido por una beca de estudios, y que tenía pensado decírmelo, pero acababa de llegar y aún no había encontrado ningún sitio fijo para establecerse. Nos quedamos un momento en silencio, y le dije de irnos a tomar algo, pero ella me comentó que no, que no le iba a dejar con la miel en los labios. Se fue al mostrador a pedir más tiempo en mi cabina, y me arrastró de la mano dentro de la misma. Aquello no es que fuese especialmente amplio, pero cabíamos los dos bastante bien.

Empezamos a besarnos, ella acariciando mi paquete, aun duro por la visión que había tenido poco antes por la webcam, mientras yo tenía en mis manos ese culito respingon y firme que tantas veces había conseguido ponerme a cien a través de la pantalla de mi ordenador. Le quité la camiseta roja que llevaba, y mientras yo hundía mi lengua entre sus tetas y metía mi lengua por el canalillo, ella me desabrochaba el pantalón y lo dejaba caer, metiendo su mano debajo de mi boxer, y acariciándome un miembro cada vez más duro. Le quité el sujetador, que mostraron ante mí sus dos pechos, con los cuales había tenido fantasías, y no pude evitar comenzar a morder esos dos pezones duros y oscuros que tenía ante mí, mientras mis manos desabrochaban también su pantalón, y acariciaban una suave mata de vello púbico que cubría su rajita. Ella se agachó, y bajándome el boxer, agarró mi polla y, besando la punta, se la introdujo poco a poco en la boca, jugueteando con la lengua y recorriendo cada centímetro de arriba abajo, así como mis huevos, cada vez más hinchados de excitación. Así estuvo varios minutos, cuando me di cuenta que estaba siendo bastante egoísta, así que, suavemente, le puse de pie, le quité un pequeño tanga amarillo que llevaba, y le pedí que se sentara en la silla, apoyando sus piernas en los reposabrazos, dejando ante mi un precioso coñito, no demasiado grande, pero que casi me llamaba.

Empecé a pasar muy lentamente la punta de la lengua por toda su rajita, desde el vello púbico hasta la parte más baja. Después volvía a pasar más fuerte, presionando bien por su clítoris y después metiendo la lengua dentro de ella. Así fui hasta que empecé a darle fuertes lametones, y de golpe, me detuve en su clítoris, con el que empecé a jugar, a darle vueltas con la lengua, mientras conseguía introducir tres dedos dentro de ella sin ninguna dificultad, hasta que finalmente Berenice se corrió, pero aun tenía ganas de marcha. Se puso de pie, y esta vez hizo que me sentase yo, y tras hacerme chupármela aproximadamente un minuto, comenzó a besar mi pecho, y mi cuello. Yo cerré los ojos, cuando noté que apoyaba sus tetas en mi pecho, y que algo muy caliente y húmedo aprisionaba mi miembro, duro de la excitación. Así fue hasta que llego al final, y cada uno de mis 18 centímetros estaban alojados dentro de ella. Pero el éxtasis llego cuando empezó a moverse. Primero fue muy lentamente, disfrutando cada segundo, mientras yo lamía y mordía sus pezones, y ella gemía suavemente, como mimosa. Poco a poco fue acelerando, y yo también me movía, haciendo que nuestros cuerpos disfrutasen el uno del otro. Sus pechos saltaban ante mi cara y yo los agarraba, los apretaba, mientras los dos gemíamos de placer, como si nos fuese la vida en ello. Berenice no tardó mucho en terminar, notando yo como su humedad aumentaba sobre mi pubis, y yo le dije que no iba a aguantar tampoco mucho más. Ella pidió que lo hiciese, y en un rápido movimiento, salto de mi, y agachándose y pidiéndome que le avisase, empezó a chuparme el miembro con mucha fuerza y mucha rapidez, masajeando con una mano la polla conforme salía de su boca, y con la otra los huevos, hinchadísimos en ese punto. Al poco tiempo yo no pude más, le avisé, y masturbándome con fuerza, apuntó entre sus pechos que fue donde lancé todo mi semen en gran cantidad, deslizándose este entre sus pechos hasta su vientre. Agotados los dos, Berenice apoyó la cabeza sobre mi vientre, y así nos quedamos los dos unos cuantos minutos descansando.

Vimos como en la pantalla del ordenador hacía una señal como que el tiempo de alquiler terminaba, así que decidimos vestirnos, y tras darle a imprimir a mi trabajo, que había pasado en esos momentos a un segundo plano, salimos, esperamos a que la impresión se completase, y salimos. Invité a Berenice a que pasara esa semana conmigo, estaba solo ya que mis padres se habían ido de viaje, y así al menos podría estar un tiempo sin necesidad de pagarse una pensión. Tras resistirse un poco, aceptó, y esa noche la pasó conmigo, haciéndolo buena parte de la misma. Esa semana fue todo un frenesí de placer con mi mexicanita, haciendo realidad todas las fantasías que habíamos mencionado a través de Internet, y muchas otras. Para que luego digan que el cibersexo no aporta emociones fuertes.

El metro

El relato que les voy a contar me paso hace mas o menos dos semanas, para empezar les voy a decir que no soy un chavo excesivamente guapo ni musculoso ni nada por el estilo si no soy como otro cualquier chavo de 18 años del montón.

Era un martes como las 10:30, iba a la escuela ya que sé me havia hecho un poco tarde, para llegar necesito ir en metro, al subirme percate que frente de mí estaba una chava, la cual era morenita como de 23 años, tenia buen cuerpo ya que tenia unos bonitos ojos, pechos medianos, se notaban que eran firmes ya que casi no se le movían con algunos movimientos bruscos del metro, y al parecer tenia frió ya que se le notaban como si sus pezones se fueran a salir de la ropa, ya que se le marcaban mucho, su pezón era grande y muy llamativo, por lo cual me fui sumiendo cada vez mas en ver sus senos, en una de esa nuestras miradas se cruzaron, yo me sentí muy avergonzado ya que se había percatado de lo que yo estaba observando, pero mi sorpresa fue mayor al ver que solo le causo risa, a medida de que iban pasando las estaciones el vagón se iba que dando mas solo cada vez hasta que solo havia como cinco personas. Faltaban cuatro estaciones para que llegáramos a la ultima estación cuando empecé a imaginarme que lo mejor seria hablarle y a lo mejor podría ocurrir algo, pero no me atrevía ya que me daba un poco de miedo ya que era mayor que yo.

Dos estaciones antes del final tome la decisión de hablarle por lo cual me le acerque y le dije:

- Perdón que te interrumpa pero me gustaría saber el nombre de tan bella mujer.

Y ella me dijo:

- Enserio quieres saber mi nombre o es otra cosa por la cual te haz atrevido a hablarme

Me quede pensando por un breve momento y le conteste con cierta inquietud que si, para lo que ella me volvió a preguntar:

- ¿Pensé que tu intención seria otra por la forma que me haz estado mirando todo el camino?.

Para lo cual ya no pude mentir y le dije que la verdad le hablaba por otro motivo, con lo que me hizo una sonrisa muy bonita con lo que me dijo que así le gustaba que los hombres fueran sinceros, con lo cual me dio mas valor para poder decirle que la hable por que me gustaría tener sexo con tigo. Al decirle esto ya aviamos llegado a la ultima estación por lo cual se disponía a bajar, por lo cual la agarre de la mano y le dije que decía de mi propuesta y antes de que me contestara le di un beso en la mejilla y un segundo beso en la boca con el cual nos mantuvimos un rato con el beso, y decidimos quedarnos en el vagón sin importar que ya aviamos llegado a la base.

Después de esto al estar adentro nos quedamos observándonos un momento y después empezamos con otro beso pero con la diferencia de que este era mas apasionado que el anterior y con mas dulzura, lo cual fue un muy buen beso, con el tiempo del beso empezamos a sentir mas atracción y empecé por besarle el cuello centímetro a centímetro, hasta llegar a los hombro, con lo que decidí ver de cerca esos hermosos pezones que me avían cautivado con lo cual decidí a desabotonar uno por uno los fotones de su blusa hasta que se la quite y descubrí que traía un brasier blanco muy bonito ya que era de esos que te permiten ver gran parte del pecho, con lo que decidí a volver a besar alrededor del brasier y por encima de el, cada vez que lo hacia trataba de pasar mi lengua también por su cuerpo, mientras con mis manos acariciaba sus dos nalguitas que se sentían muy firmes y duras, con esto decidí desabrochar su pantalón, y se lo fui bajando poco a poco y en el transcurso de que se lo iba bajando la iba besando por encima de su pantaleta la cual era blanca y de encaje lo cual me permitía apreciarla muy bien, después de que le baje su pantalón ella decidió a quitarme mi playera y a la vez que me la quitaba me besaba el abdomen, lo cual a mi me encanta que hagan.

Después decidí quitarme mi pantalón ya que la tenia bien parada y no quería que estuviera tan apretada, le quite su brasier y le empecé a besar otra vez sus senos y mordisquear sus pezones con gran suavidad como si fuera un caramelo me empecé a comer su pezón, ella lo disfrutaba mucho ya que se le veía en su cara, empecé a besar todo su cuerpo hasta llegar a su pantaleta la cual se la baje con gran delicadeza, y empecé a besarle su conchita después la senté y le separe sus labios y empecé a pasar mi lengua un poco lento pero con el tiempo fui subiendo de velocidad con lo que solo se escuchaban sus ruido de placer, me dispuse a sobarle sus senos mientras seguía chapándosela mientras con una de mis manos empecé a acariciar su nalga. Después de un rato de pasarle mi lengua y entre lapsos mordisquear suavemente su clítoris empezó a moverse con mayor pasión y jadeando de placer ya que al parecer se iba acorre después de correrse decidí voltearla y empezar a mordisquear sus nalguitas, las despegue un poco y pase mi lengua entre ellas dos con lo cual le hice sentir una sensación diferente ya que se le vio en su expresión que realizo y con esto me éxito mas ya que vi que lo estaba disfrutando, con lo cual decidía a penetrar en la forma que estaba. Boca abajo, empecé a penetrarla poco a poco para que así la disfrutar, al meterle solo la cabeza y moverla un poco mas empezó a decirme que se la metiera toda que ya la quería sentir adentro y disfrutar de aquel gran placer y opte por terminar introduciéndosela y empezar a moverme y empezó ha soltar jadeos con una voz muy tenue, mientras que con mis manos seguía sobando y pellizcando sus pechos y pezones, después de un lapso me vine, con lo cual decidí sacársela, con lo cual ella me dijo quieres que te la limpie, y empezó a practicarme el oral lo cual empezó con darme lengüetazos en la puntita y después pequeñas chupadas como si fuera una paleta y después se la metió en la boca y empezó con sus movimientos lo cual me hizo un gran oral y lo disfrute mucho, después de que termino nos sentamos en un asiento desnudos y observándonos, al parecer el metro iba a tardar en salir ya que seguía sin movimiento pero ya fuera de la estación quien sabe donde estábamos pero solo me importaba lo que habíamos hecho.

Después de un rato de descanso empecé a besarla otra vez ya que me excitaba mucho en la situación que nos encontrábamos, nos volvimos a introducir en la pasión otra vez, pero con la diferencia que yo la quería penetrar por atrás, con esto decidí a separarle las nalguitas y empezar a pasar mi lengua haciendo círculos, le introduje un dedo en su boca y ella empezó a chuparmelo con lo que conseguí la forma de lubricar su pequeño ano con lo cual le introduje un poco de m dedo que ella haba chupado, con lo que hizo un movimiento como si no le hubiera agradado mucho pero después de un rato que empecé a meterle mas de mi dedo y al parecer lo empezó a disfrutarlo, con esto saque mi dedo y chupe otro y le introduje dos después de hacer unos movimientos con los dos dedos los saque y me dispuse a meterle mi verga con lo que empecé con la cabeza nada más. Yo digo que nunca lo había hecho ya que soltó un grito un poco fuerte con lo cual le pregunte si quería que se la sacara con lo cual dijo que no ya que sentía un pequeño placer lo cual le gustaba poco a poco se la fui introduciendo toda para que no le doliera.

Después de que ya la tenia toda adentro se la deje un rato sin moverla, hasta después empecé a moverme con lo cual empezó a soltar pequeños grito, de dolor y a la vez de placer con lo cual termine viniéndome dentro de ella y antes de que la empezara a sacar, el metro se empezó a mover con lo cual se la saque con gran rapidez para que nos vistiéramos y nadie se diera cuenta de lo ocurrido con lo cual nos cambiamos a gran velocidad pero yo me quede con sus pantaletas como un pequeño recuerdo de esa experiencia. El metro al llegar a la estación nos bajamos como si nada pero por la mirada de la gente que esta va subiendo nos percatamos de que estaban pensando lo que ocurrió en el vagón ya que es raro que la gente se quede dentro del vagón al llegar a la base.

Después de esto ella solo me dijo adiós fue un bello momento y nos despedimos, a lo cual ya era muy tarde y yo ni siquiera entre a mi clase, creo que esta fue una buena experiencia por el lugar en que lo hice ya que a pesar de que en otras ocasiones e tenido relaciones nunca lo había disfrutado como esta no sé si fue por el lugar o por que no sabia nada de la chava con la que estuve ni siquiera su nombre.

Sexo en blanco y negro

Aquella tarde de aliento frío, adornada con un crisol de colores regalados por el sol en su huída tras las montañas, prometía ser tan anodina y solitaria como tantas tardes desde que él me dejó, sin avisar, dejando como único legado un corazón hecho añicos y un manantial de lágrimas que no dejaba de manar con su recuerdo.

El susurro de las olas del mar parecía hablarme. Contaban su felicidad junto a ella, la escasa huella que dejaron mis besos en él, lo ilusa que fui imaginando una vida juntos. Pateando conchas abandonadas en la arena recorrí la playa, sin nada que pensar, escuchando el monólogo de las olas. Sobre la roca, la que tantas veces me vio amarlo, posé mi ansiedad, oliendo su cuerpo, esperando su regreso. Un hilo de lágrimas en mi mejilla me indicó que no volvería, que encontró otro cuerpo al que amar, otros labios que besar.

Ensimismada y ausente, como la luz que ya se fue, me sentí sirena sobre la roca, oteando el horizonte marino, en espera de quien alguna vez ha de llegar. Sabía que todo era un cuento, como mi propia vida, llena de ilusiones. Contando hileras del humo azulado del cigarro que fumaba, lo vi parado frente a mí, su sombra proyectada por el haz de luz que, intermitente, lanzaba el faro que avisaba de la cercanía de la costa a las embarcaciones. Sus labios, rojos y gruesos, entreabiertos. Sus ojos fijos en mi figura. Sus manos ocultas en los bolsillos. Lentamente, levanté la mirada para posarla en la suya.

- ¿Qué quieres? - pregunté, sin apenas voz

- Nada, solo contaba tus lágrimas - su acento latino me pareció dulce, de miel, quizá.

- Son muchas, no las podrás contar todas - sonreí, aunque solo fue un gesto.

- Tengo paciencia, ¿me dejas?.

- Estoy asustada.

- Nunca hice daño a una dama - me miró intrigado y se marchó.

Su silueta se alejaba haciéndose a cada paso más pequeña. Mis ojos lo seguían, ya solo era una sombra.

- Estoy asustada - grité.

Volvió sobre sus pasos, haciendo que mi corazón se agitara. Mis manos enloquecidas acercaron otro cigarro a mis labios. Me tendió su mano inmensa. La cogí como lo hacía con mi abuelo cuando era niña para levantarme del suelo tras la caída.

- ¿Por qué lloras? - preguntó, después de un rato caminando por la arena.

- Las mujeres lloran - dije.

- Los hombres también - respondió.

Un pequeño bar, junto al paseo, una mesa orientada al mar calmado, como yo, fueron suficiente para verlo en plenitud. Hermoso, todo lo hermoso que un hombre puede llegar a ser. Su piel negra, su cuerpo esbelto y, por encima de todo, su mirada, cautivadora, elegante, me hipnotizaron por completo. Me contó su llegada a España, la inquietud de vivir en un lugar desconocido, su procedencia, su ilusión de prosperar como futbolista para retornar a su país con “plata” suficiente para construir una casa digna a sus padres. Sus palabras me parecieron sacadas de un cuento o, quizá, me introdujeron a mí en su cuento. Sacó mi risa, tanto tiempo olvidada, con su acento gracioso. Cenamos ligero, tomamos una copa y nos marchamos. Me atreví a cogerle de la mano. Caminamos largo rato hasta llegar a la entrada de mi casa.

- Aquí vivo - le dije, aún atrapada por su embrujo.

- ¿Podré verte mañana? - preguntó expectante.

- Lo estoy deseando - salió de mis labios sin apenas pensar en lo que decía.

- Hasta mañana, muñeca - bajó la cabeza para besar mi mejilla.

Un fuego abrasador se alojó en mi interior. Tiré de él hacia el interior y entramos en casa.

- No quiero que te marches - le dije con autoridad.

- No lo haré, si tú no quieres.

Me abracé a él, buscando su boca, acariciando su musculosa espalda. Sorprendido, siguió mi juego. Saboreé sus labios, lamiéndolos, mordiéndolos, loca de deseo. Quise contemplar su cuerpo desnudo, musculoso, hermoso. Un pecho de animal, esculpido en mármol, coronado por dos pezones diminutos. Abdomen como dunas del desierto. Nalgas prietas, dando paso a unos muslos brillantes, formados a golpe de deporte. Un miembro que jamás pensé que hombre alguno podría lucir. Su visión inundó mis entrañas. Pegué su espalda a la pared, como poseída por mil demonios, me arrodillé ante él y comencé a besar su pene que ya andaba a plenitud. Mi lengua, en su recorrido, recogía el latir de sus venas, talladas en su tronco. Me estaba volviendo loca, se me antojaba que la vida se me iba por entre las piernas, en forma de jugos vaginales.

Me desnudé, sin dejar de mirarlo, observando cada poro de su erizada piel. Mis muslos comenzaron a brillar, como el faro de la playa, inundados de líquidos. Mis pechos erguidos, mis pezones salían de la aureola, tensos. Mi sexo parecía cantar por los leves chasquidos que producían sus palpitaciones. Melodía de deseo. Tendido sobre la cama, su erecto pene sobrepasaba ampliamente su ombligo. Inmenso. La comisura de mis labios se tensaban hasta el límite cuando lo introducía en mi boca, que nunca llegó a tenerla en su totalidad. No pude más. Monté sobre él y dirigí su miembro a la entrada de mi vagina, que esperaba ansiosa. Su rojo glande arrancó mis gemidos cuando exploró por primera vez mi sexo. El delirio llegó con un movimiento de su cintura que alojó tan hermoso pene en mi interior. Mis ojos se nublaron, mi voz quedó muda y mi mente desapareció. No existió en el mundo nada más que su placentero pene. El mejor orgasmo que jamás sentí.

Recuperé la cordura para invertir mi posición, dejando mi húmeda vagina sobre su boca y posicionando la mía sobre su brillante pene, que no perdía su poderoso vigor. El sabor de sus testículos me hizo desearlo de nuevo. Sorber su pene, impregnado de mis propios líquidos, fue el mejor de los placeres. Cuando su lengua lamió mi abierto y mojado sexo, una fuerte sacudida agitó mi cuerpo. Un largo dedo se introdujo en mi ano, mientras su lengua continuaba con su labor de masturbación deliciosa. Estaba entregada, sumida en el deseo de su potente pene. Salió de entre mis piernas para colocarse tras de mí. Creí que destrozaría mi ano, pero no me importó, arqueé mi espalda y se lo ofrecí, ansiosa. Cogió su miembro y lo paseó por los pliegues labiales de mi vagina, recogiendo en su glande todos los líquidos posibles, que servirían para facilitar la penetración anal, que resultó suave, deliciosa. Era un maestro. Comenzó haciendo círculos, presionando delicadamente sobre mi virginal ano. Pasaron muchos minutos de preparación, hasta conseguir relajar mi agujero. Recogía una y otra vez mis jugos. Cuando los músculos de mi culo estaban relajados, se abrieron como por arte de magia. Fue penetrándome hasta que creí que llegó a mi garganta. Sus manos en mi cintura acompañaba el balanceo. Mi cabeza sobre la cama y mi mano tocando mi clítoris. Sí que estaba en el paraíso. Cuando su pene latió más acelerado en mi interior, lo sacó de mi culito para alojarlo nuevamente en mi vagina que sintió como una descarga de semen caliente me llenó por completo, agradeciendo con intensos alaridos de animal su grato regalo.

Temblando de placer, dejé caer mi cuerpo junto al suyo, saboreé unos momentos su leche y quedé profundamente dormida. La luz del amanecer y el sonido del agua cayendo sobre su cuerpo en el baño, me devolvieron a la realidad.

Lo que el gimnasio endurece

Yo sabía que en el gimnasio se desarrollaban muchos músculos, pero desde luego no esperaba que el “músculo” también fuese a ejercitarse. La vida sedentaria del estudiante había hecho efecto en mi cuerpo, había engordado un poco y me sentía algo incomodo en mi propio cuerpo, por lo que una vez me hice el ánimo, me apunté a un gimnasio, a ver si conseguía a gustarme a mí mismo. La verdad es que, para ser sincero, no me gusta demasiado ir al gimnasio. Lo encuentro aburrido, monótono, e incluso me siento observado por la gente que se pasa allí horas, que miran a los que son normales, como yo, por encima del hombro. Menos mal que en una ocasión pasó algo que me invitó a seguir yendo.

Suelo ir por las noches antes de la hora de cenar, ya que por aparte de estudiar, estoy haciendo unas prácticas, y es el único momento que puedo dedicarle a mi cuerpo. La rutina siempre es la misma. Llego, voy al vestuario, me cambio y dejo mis cosas en la taquilla. Después voy a por mi cartulina que me indica que tengo que hacer, y allí voy, a quemar calorías. Cuando termino las tareas del día, vuelvo al vestuario, me ducho, y a veces, voy unos 15 minutos al jacuzzi, y una vez recogido todo, me vuelvo a casa a descansar después de un día bastante intenso.

Pues bien, una de mis muchas noches allí, como era habitual no había prácticamente nadie, de hecho solo estaba el encargado, un hombre fuerte que nunca habla más de lo necesario, y una chica que no iba mucho, pero que era imposible que pasase desapercibida a los ojos de nadie. Se llamaba Andreina, pelo castaño, ojos marrones, y con una personalidad que junto con un cuerpo bastante atractivo, con pechos turgentes y un culito respingón, que hacía de ella una chica más que interesante. La verdad es que con ella no había cruzado más palabras que no fuesen “hola” “ciao” o alguna sonrisa de esas que se ponen para quedar bien.

Hice mis ejercicios, y una vez finalizados, me fui al vestuario, dispuesto a recompensar mi esfuerzo con una buena sesión de jacuzzi, ya que ese día le había dado muy fuerte y la verdad es que mi cuerpo estaba bastante cansado. El vestuario estaba vacío, solo estaba yo, como era habitual a esas horas, así que me desnudé, me duché para quitarme el sudor, y me encaminé a una pequeña habitación contigua donde esta el jacuzzi, donde, tras pulsar el botón de encendido, entré a disfrutar del agua caliente y de las burbujas. Me recosté y, relajado, cerré los ojos, viendo mentalmente lo que había hecho durante el día, y repasando lo que tenía que hacer el día siguiente. Ahí estaba yo sumido en mis pensamientos, del que me sacaron el sonido de unos pasos que se acercaban.

Abrí los ojos muy lentamente y ante mí había una silueta, que desde luego no era masculina. Estaba de espaldas a mí, cubriendo su cuerpo con una toalla blanca, y en un momento que se puso de perfil, vi que era Andreina. Ella al verme se sorprendió y dio un gritito de susto, pero al reconocerme se calmó, ya que aunque poco, nos conocíamos. Me pidió perdón y me explico lo que hacía allí. Por lo visto el jacuzzi del vestuario de las mujeres se había estropeado, y el encargado, pensando que yo ya me había ido, le dijo que pasara al de hombres, que no había ningún problema. Yo le dije que no pasaba nada, que si quería me iba y le dejaba tranquila, yo ya llevaba bastante rato. Pero su respuesta me dejó de piedra.

En lugar de decir algo, se quitó la toalla, dejando al descubierto un precioso cuerpo que, no voy a negar, me había imaginado alguna vez en alguna de las máquinas del gimnasio. Era de piel muy morena, con pequeños pezones marrones y su vello púbico estaba muy bien cuidado. Se metió en la bañera, y comenzó, mientras besaba mis hombros, a pasar su mano por mi pecho, en tensión por el ejercicio que había recibido, y empezó a deslizarse, primero por mis pezones y después fue lentamente hacia abajo, por mi vientre, y tras juguetear con mi vello, agarró mi miembro, que estaba en ese momento ya muy endurecido, y empezó a masajearlo, de arriba abajo, presionando a cada bajada. Yo estaba excitadísimo, y al ver su boca cerca de la mía, no pude controlarme y comencé a besarla con fuerza, acariciando yo sus pezones que bajo mi mano se iban endureciendo poco a poco. El ritmo de nuestras lenguas y de nuestras manos se aceleraban conforme la excitación iba en aumento, y nuestras manos masajeaban nuestros sexos cada vez con mas intensidad, y por tanto, con mas placer. La rodee con mis brazos, y sacándola un poco del jacuzzi, lo justo para que su rajita estuviese a la altura de mi cara, comencé a lamérsela con dulzura. Primero mi lengua se deslizaba de abajo a arriba, parándome en el clítoris de vez en cuando para juguetear con él, haciendo que girase en círculos, cosa que le hacía gozar, ya que cada vez que la lengua entraba en contacto con él, emitía pequeños gemidos de placer, que aumentaban conforme mis dedos entraban dentro de su cuerpo.

Estuve varios minutos devorando su coñito, hasta que me dijo que era suficiente. Volvió a meterse en el agua, y sumergiéndose en ella, comenzó a lamerme todo el pene, dándome una sensación como nunca antes la había tenido. Estuvo aproximadamente un minuto bajo el agua, mordisqueando la punta de mi miembro, metiéndoselo en la boca y masajeando mis testículos con su mano. Cuando salió, me preguntó si me gustaba, yo por supuesto le dije que si, así que me hizo sentarme en uno de los escalones, dejando que la “cabecita” se asomase justo por encima del agua, estando el resto cubierto. Ahí se volvió a lanzar sobre mi verga, durísima, y siguió lamiéndolo, besándolo, mordiéndolo suavemente, y yo creía que iba a morir de placer. Cuando vi que me faltaba poco, yo aun quería más así que me volví a meter con ella dentro del agua, y estuvimos un buen rato besándonos, tocándonos, descubriendo otra vez nuestros cuerpos, hasta que llegó el momento. Andreina se apoyó contra uno de los laterales del jacuzzi, y allí, separé sus piernas dejando ver bajo el agua su apertura y allí, poco a poco, comencé a entrar dentro de ella.

Una vez estuve completamente dentro, los dos lanzamos un gemido de placer, y me miró a los ojos de forma picarona, pidiéndome más y eso hice. Comencé a acelerar poco a poco, salpicando a cada movimiento. Empecé lento, pero cada vez iba más rápido, y más, el agua iba por todas partes, por lo que, para mas comodidad, abrazó mi cuerpo con sus piernas, limitándome a movimientos cortos, pero rápidos dentro de ella. Yo aunque quisiera, no podía parar. Mi miembro entraba continuamente dentro de ella, y los dos estábamos extasiados. Cuando nos quedaba poco, la abracé y con ella aun atrapándome con sus piernas, nos pusimos en el borde del jacuzzi, para poder ir aun más rápido. Ahí, ella tumbada en el suelo, y ya sin disimular su placer, noté como acababa por el calor que rápidamente empezó a envolver mi verga. Yo estaba también a punto, pero me dijo que quería hacerme acabar ella misma. Con un rápido movimiento, puso mi cosa entre sus pechos, y empezó a masajearlos, lamiendo la punta cada vez que se asomaba…no pude aguantar mucho mas, por lo que finalmente, acabé en su cuello, totalmente agotado.

Mientras nos duchábamos juntos, me confesó una cosa. Me dijo que no había ningún problema en el jacuzzi de las mujeres, pero que sabía que estaba solo, y que le producía cierto morbo desde hacía bastante tiempo, no como todas esas masas de músculos que presumían en el gimnasio de conquistas. Le agradecí su sinceridad, y, aprovechando que estaba solo en casa esa noche, vino conmigo, donde continuamos desatando toda nuestra pasión.

La casa de los espejos

La gente dice que es bueno tener amigos abogados, periodistas, policías, funcionarios, albañiles…pero no se suele decir que el mejor amigo que puede tener alguien…es un feriante. Como cada año, la feria había llegado a la ciudad, así que decidí acercarme, mas que para subirme a alguna atracción, para ir a saludar a mi amigo Paco. Paco es un chaval que yo conocí hace ya muchos años, y es el hijo del dueño de “La casa de los espejos”, ya sabéis, ese laberinto compuesto de espejos, donde no consigues salir sin haberte llevado un buen golpe, llegando a ser algo agobiante al no encontrar la salida. Y exactamente junto a la salida, estaba Paco para ayudar a aquellos que se pusiesen demasiado nerviosos.

Cuando me vio se acercó a saludarme, y tras un fuerte apretón de manos, empezamos a hablar, no le veía desde la última vez que estuvo la feria donde yo vivo. Me contó que la vida no le iba mal, tenía una novia bastante formal, y lo de la casa de los espejos le daba de comer bastante bien, así que no se podía quejar. También me dijo que el que ahora no estaba bien del todo era su padre, que ya se cansaba un poco, por lo que tenían que haber contratado a otra persona para ayudarles con el negocio. Por lo visto ahora, temporalmente, les ayudaba una chica, Marta, la hija de unos vecinos suyos que para sacarse un dinero extra ayudaba de vez en cuando al padre de Paco. Justo en ese momento, como si nos hubiera oído, se acercó una chica que resultó ser ella. Era rubia, ojos verdes, delgada, y llevaba en ese momento un mono de trabajo, algo sucio ya que había bastante polvo en el ambiente. Paco nos presentó, y me comentó que estaba empezando la carrera de Empresariales, y que mientras conseguía en la feria algo de dinero para sus gastos. Resultó ser una chica bastante simpática e interesante. Estuvimos hablando un buen rato, hasta que me tuve que ir, pero Marta me pidió que esa noche volviese, que le había caído bien, y que me dejaría pasar gratis a la atracción. Yo le di las gracias, y me fui, no sin darle vueltas a eso de que me dejaría pasar gratis… ¿Llevaba alguna segunda intención? Por supuesto no iba a quedarme con la duda.

Pasó el día, y llegó la noche, y volví a la feria. Aquello estaba lleno de gente, padres con hijos, pandillas de amigos, parejas, personas mayores, que paseaban entre las atracciones, hacían colas para subir a alguna, se tomaban algo de lo que podían comer en los distintos puestos… No cabía una aguja en un pajar. Yo me dirigí directamente a “La casa de los espejos”, y allí estaban Paco junto a la salida, su padre en la puerta controlando la entrada para que no pasase demasiada gente de golpe, y Marta dentro de la taquilla cobrando la entrada. Saludé a Paco y a su padre, que me recibió con una sonora palmada en el hombro que me dejó dolorido, y después fui a darle dos besos a Marta, que me había abierto la puerta de la taquilla y me invitó a sentarme a su lado en un pequeño taburete. Allí seguimos hablando un buen rato, entre cliente y cliente que venía a pagar su entrada. Finalmente, ya sobre la 1 de la madrugada, cada vez había menos gente. Los niños se iban a dormir, las personas mayores también, y los grupos de amigos se iban a pubs o discotecas a continuar la fiesta. Fue justo en ese momento, cuando todo empezó.

Casi sin darme cuenta, y aprovechando un momento que yo estaba mirando para otro lado donde me había parecido observar una pareja detrás de una caravana en actitud “muy cariñosa”, noté como una mano empezó a deslizarse sobre mi paquete, y una voz me susurraba al oído: “Parece que tu también los has visto…y por lo que noto también te has puesto cachondo” Ahí estaba Marta, empezando a meter su mano dentro de mi pantalón, y acariciando algo que cada vez estaba mas duro y caliente. Me dio un rápido beso, y me volvió a susurrar “Te dije que te dejaría entrar gratis ¿Qué tal si comenzamos con la visita?”. Me cogió de la mano y arrastrándome y aprovechando que el padre de Paco había ido un momento al baño, nos metimos dentro del laberinto. Fuimos avanzando hacía un sitio donde uno de los espejos tenía un pequeño picaporte, que daba a una salita, también rodeada de espejos, con una especie de colchón. Marta me comentó que lo descubrió una vez de casualidad, y que le habían explicado que aquello servía de lugar de descanso los días que hacía demasiado calor en la caravana, y era verdad que se notaba algo mas de fresco que fuera. Acto seguido me empujó sobre la colchoneta, y se bajó la cremallera del mono, que al caer, y para mi sorpresa, dejó un precioso cuerpo absolutamente desnudo.

Ante mí vi una mujer delgada, pero con unas tetitas muy atractivas y suculentas, y una matita de vello rubio que cubría su pubis. Se abalanzó sobre mí, atrapando mi cabeza entre sus piernas, y dejándome todo al alcance de la lengua…así que le agarre por las nalgas, y empecé a lamerle todo muy fuerte, que notase con intensidad mi lengua recorrer de arriba abajo toda su rajita, apretando mi cara contra ella y dejando que entrase en su interior, rozando con mi nariz su clítoris. Marta gemía y gemía, y en un rápido movimiento, se levantó y se puso de forma a hacer un 69. Mientras yo volvía a devorar todo su coñito, ella sacó mi verga del pantalón, y suavemente, comenzó a besarla, dándole primero pequeños besitos inocentes desde la punta hasta los huevos, pero de golpe se la introdujo dentro de la boca, y usando su lengua, me dio un “masaje” como nunca me habían dado hasta entonces. A la intensidad de su mamada, yo correspondía con un cunilingus mucho más rápido y fuerte, lo que hacía que Marta lanzase intensos gemidos de placer.

Así estuvimos varios minutos, hasta que por fin, pasamos a la acción. Ella se tumbó de espaldas a mí, recostada sobre un costado, para que yo pudiese abrazarla por detrás. Eso hice, agarrando en mis manos sus tetas, y atrapando con dos dedos sus pezones. Marta separó ligeramente sus piernas y yo, lentamente, me fui introduciendo en ella con cierta dificultad, que ella disfrutaba ya que al no acertar bien por la dificultad de la postura, rocé con la cabecita en mas de una ocasión su clítoris, haciéndole emitir pequeños ruiditos de placer, a la vez que me daba cariñosos besos en la mejilla. Finalmente, y una vez bien acoplado, empecé a entrar dentro de ella despacito, despacito, hasta que mi miembro había desaparecido dentro de ella. En esa postura, ella ligeramente abierta de piernas de espaldas a mí, empecé a bombearle. Despacio al principio, pero acelerando progresivamente. Ahí estábamos entregándonos al placer, yo la penetraba sin descanso, y ella también colaboraba, apretando sus músculos vaginales para sentir mejor cada movimiento.

Aquello era el paraíso, pero ella quería probar mas cosas. Se dejó caer sobre mí, e incorporándose y de espaldas sin dejar que me saliese de ella, empezó a cabalgar. Yo veía su culito moverse a cada embestida, y eso me producía una excitación enorme, por lo que yo también empecé a moverme, haciendo la penetración mucho más profunda e intensa. Se dio la vuelta y siguió cabalgando, esta vez de frente a mí, dejándose caer para besarme con mucha pasión, mezclando el placer del sexo con el placer de sentir su lengua jugar con la mía. Estábamos a punto de explotar, yo notaba mis huevos que no podían mas, y su rajita ya estaba mojadísima, por lo que no tardábamos mucho en acabar, ella tras una serie de fuertes embestidas por mi parte, y yo sobre su vello púbico, como ella me había pedido, mezclándose mi esperma con sus fluidos conforme este se iba deslizando hacía abajo.

Descansamos abrazados durante unos 15 minutos. La atracción ya había cerrado, y mientras nos volvíamos a vestir, oímos pasos en el laberinto. Salimos y ahí estaba Paco, dándose un paseo por si alguien se había perdido, y cuando nos vio, pareció muy sorprendido, pero no tardó mucho en darse cuenta de lo que había pasado, y me lanzó, sonriendo, una mirada como diciendo “Que cabrón eres” En fin, todo lo bueno se acaba, y la feria se tuvo que ir, menos mal que iba a volver el año siguiente, y yo la iba a esperar con más ganas que nunca, para volver a entrar en "La casa de los espejos".

Follando a la hija de la dueña

La historia que les contare me sucedió hace una semana, con la hija de la dueña del departamento en el que vivo. Empiezo por presentarme, soy peruano y tengo 20 años, no diré mi nombre por obvias razones. Trabajo y estudio, soy universitario por esa razón es que decidí hace unos meses rentarme un departamento; Mas bien en realidad es una casa de tres pisos y era el primer piso el cual alquilaban, el cual tiene puerta aparte y donde ahora yo vivo, pues el segundo y el tercero lo ocupa la dueña y sus hijas. Y lo interesante del asunto esta ahí, ya que la dueña tiene dos hijas, y de las dos es la menor, de nombre Lourdes, la que me excita pues a parte de ser muy simpática y tener una mirada provocativa, se maneja con un culo de diosa, unas piernas bien cuidadas y unos medianos pechos bien parados.

Todos los días salía temprano; y cuando llegaba en la noche, la veía en la puerta de su casa dándose unos abrazos y besos... con un tipo que era su enamorado, afortunado era aquel tipo, por haberla conquistado, seguro que el desgraciado ese, lo único que deseaba era esperar un tiempo para follarla, por el culo que tenia ella. No se imaginan como lo envidiaba por la chica que tenia como enamorada. Cada vez yo la deseaba mas y más, no dejaba de pensar en ella, en las veces que yo llegaba en la noche y le veía puesta unos pantalones de tela bien apretados y algunas veces traslúcidos que se dejaba ver la ropa interior que llevaba, fácil sabia de que color era. Tal vez exagero, pero de que posee un gran culo, es cierto.

Bueno seguiré contándoles, que un día domingo me tocaron la puerta casi al mediodía y al salir me sorprendí al ver a la dueña saludándome, y me dijo que el motivo por el cual me tocaba a la puerta era por que sabia que yo estoy estudiando y tendría muchos conocimientos sobre matemáticas; al decirme eso no comprendía todavía hasta que me hablo sobre su hija menor Lourdes, quien acaba de cumplir 18 años, y sé esta preparando para este año ingresar a la universidad pero que tenia deficiencias en matemáticas, especialmente en Geometría y que mejor que yo para que le ayudara con todas las dudas y problemas que ella tuviera, y que a cambio de ello me gratificaría bien, yo por dentro me puse feliz y solo atine a contestarle que no hay ningún inconveniente en ayudarle, sobre todo los domingos que estoy desocupado y si deseaba en este momento menos también y que del pago ni se preocupara, pues todos estamos para ayudarnos. La dueña al oír eso, me agradeció y me dijo que en ese momento iba a llamar a su hija para presentármela, así paso; llegue a conocer a la hija menor de la dueña, diciéndose llamar Lourdes y que tenia 18 años, yo también me presente, así nos conocimos, después de tanto tiempo de tan solo vernos de lejos sin conocernos por fin se dio esta gran oportunidad.

Luego de eso la dueña dijo que subiera al segundo piso, que ahí en la sala le ayudaría con lo que ella tenga dificultades. De inmediato salí, cerrando mi puerta y subí; ya arriba pude conocer la sala que era bien grande mientras la culona de Lourdes ponía en la mesa todo lo necesario, ella me miraba y yo le miraba parecía que algo se guardaba entre los dos; la dueña se fue adentro y nos dejaron solo, y comencé a ayudarle en los ejercicios que no entendía o no le salían, pasaba las horas y solo hablábamos sobre los ejercicios. Sin darnos cuenta, era hora de almorzar, la dueña se apareció con los platillos de comida y me invito a que les acompañara para luego continuar ayudándole a Lourdes. Acepte por que ni modo iba ya a esa hora a prepararme algo; durante almorzábamos la dueña me hablaba sobre como eran en sus tiempos la enseñanza, Lourdes y yo nos reíamos, pues no podíamos evitarlo. Al acabar de almorzar me disponía a proseguir con lo que estaba explicándole y la dueña dijo que era mejor que un rato descansáramos y le hicimos caso. Aprovechando que un rato estábamos descansando me puse a conversar con la culona de Lourdes sobre nuestras vidas, riéndonos de las cosas anecdóticas o graciosas que nos había pasado, entrando en confianza. No se como, pero terminamos hablando sobre nuestra actual situación en el amor, diciéndole que yo estaba solo y ella contando que tiene un chico que esta muy enamorado de ella igual como ella lo esta de el, yo trataba de evitar sentirme incómodo y le dije que continuáramos de una vez con los ejercicios que faltaban, así evite que se hiciera mas grande mi sufrimiento por ella. Toda la tarde explicándole los ejercicios que no le salían y no entendía, hasta que anocheció. Terminando de explicarle me despedí y me retire quedando que todos los martes en la noche como llegaba un poco mas temprano del trabajo subiría al segundo piso para seguir ayudándole con los ejercicios que no entienda.

Durante días pensaba y recordaba aquel día que la conocí, tanto así que uno de esos días soñé con ella, en el sueño había ido a buscarla en la noche para decirle que la deseaba tanto que la quería follar, y que ella aceptó, dejándome pasar y llevándome a un cuarto, desnudándonos y que luego estaba follandola... en fin todo fue un sueño, pues al despertar y al verme mojado, me hizo recordar que aquello que experimente había sido un sueño erótico. De ahí estaba mas decidido que nunca, de querer follarla algún día, especialmente por su culo, que hasta que no lograra cumplir mi sueño seguiría con esto, me hice una promesa de lograr conquistarla. Y como la perseverancia tiene sus frutos cierto día logre mi cometido. Después de ir como 5 martes seguidos a su casa a ayudarle con sus ejercicios, el sexto martes se cumplió mi sueño, todo estaba a mi favor ya que ese martes cuando llegue y subí para ayudarla, ella me abrió la puerta, y se me hizo extraño pues siempre que tocaba la que me abría era su mama, así que no dude en preguntarle ¿y tu mama?, ella respondió diciendo que había ido a la casa de su prima; ni preguntarle por su hermana mayor, ya que anteriormente me había contado que ella no para en todo el día y que llegaba en la madrugada: yo empezando a excitarme por estar los dos solos le dije que empezáramos con los ejercicios que tenga problemas, ella me dijo que ahorita regresaba que iba a traer mas hojas para resolver los ejercicios que faltan.

Yendo a traer mas hojas, de espalda veía ese rico culo bien paradito que lucia con un jean de esos que son a la cadera. Las ganas crecían, no podía aguantarme más, en ese momento me abrí el cierre del pantalón y sacando mi pieza, me la comencé a correr, no me importo que ella me sorprendiera haciéndome la paja, solo imaginaba mientras me la corría que la estaba follando; yo estaba a punto de vaciarme cuando de pronto escuche que ella se acercaba, no hice más que parar, ella al regresar a la sala me vio con el cierre abierto y con el calzoncillo sobresalido por mi bulto que estaba bien grande pero haciéndose la que no vio nada, prosiguió poniendo las hojas sobre la mesa, en ese instante cuando se puso en una pose de espaldas con ese culo bien parado acomodando las hojas no dude en aprovechar el momento para moverme rápidamente y abrazarla por detrás; haciendo eso, ella se sorprendió al verse abrazada por mí, y yo creyendo que reaccionaria mal, fue todo lo contrario, dando gemidos de placer al sentirse tocada. Dándole besos por el cuello y manoseando sus pechos le dije que la deseaba de hace bastante tiempo, que me gustaba, que me traía loco, eso a ella le excito más, contestando que hace tiempo quería que la follaran.

En medio de la sala entre besos y caricias nos comenzamos a desnudar hasta quedar con la ultima prenda; ella estaba con un calzón moradito el cual se lo quite, grande fue mi sorpresa al observar que todo su coño, estaba todo mojado, realmente estaba bastante excitada. Ella al sentirse totalmente como Dios la trajo al mundo me pidió a gritos que le chupara su coño depilado, para de paso lubricarse mas y recibir mi pieza con todo el placer. Yo agachándome me dirigí hacia su coño chupándoselo por varios minutos mientras ella entre gemidos me decía que su actual novio nunca le había chupado su coño, es mas ni siquiera le había follado, hasta que me dijo que ya era el momento de follarla que ya se sentía preparada para el gran recibimiento. Sin esperar mas, con las ganas de clavar mi pieza en su coño me pare, me quite el calzoncillo y le lleve hasta el mueble, diciéndole que ahí lo disfrutaríamos cómodamente y mejor. Sentándome en el mueble se subió encima mío abriendo las piernas, y de una sentada comenzó a cabalgar como loca; sentía como mi pieza penetraba su lubricado coño, ella en tanto me decía: “ah, ah, así, bien duro, quiero toda tu leche para mi”, para luego de unos minutos venirme dentro de su coño de Lourdes, de inmediato sentí como ella también se venia, era única esta sensación, los dos habíamos llegado al punto máximo del placer.

De inmediato nos recuperamos y continuamos follando, combinando nuestros sudores, hicimos una masa con nuestros jugos en su coño, lo que contribuyó a que nos viniéramos dos veces más; sentada y agitada encima mío, Lourdes me dijo que se sentía llena de nuestros jugos pero que quería seguir follando, luego cambiando de posición, nos levantamos chorreándole bastante jugo. Los dos parados, le hice que ahora fuera ella quien se sentara en el filo del mueble abriendo y levantando su pierna, a la vez que yo me pegaba a ella, follandola nuevamente por delante. Después de un rato, sacando mi pene de su coño para no llenárselo más, me vine, salpicando en su ombligo y pecho de Lourdes y manchando el mueble; mientras ella llego a dos orgasmos seguidos.

Sentados desnudos en el mueble, estábamos bañados en nuestros sudores y no tardaba en llegar su madre, masajeando sus firmes senos le pregunte que tal le pareció, contestando que era la segunda vez que follaba y que fue mejor que la primera. Yo luego de escuchar eso, le pregunte si le habían follado por el culo (aunque desnuda vi que lo tenia bien paradito y pegadito, quería confirmar lo que parecía) y ella contesto diciendo que nunca, que jamás había tenido una pieza por el hueco de su trasero, entonces fue que confirme lo que creía, era cierto que todavía lo tenia virgen, no dejando pasar la oportunidad de ser el primero en rompérselo, le propuse la idea de dejarse follar por el culo, ella riéndose me dijo: “si follando por el coño contigo me gusto muchísimo, imagínate las ganas que tengo de que me lo introduzcas por detrás”, otra vez mi pieza se erecto al escuchar de sus labios decir que ahora quería que se lo metiese por detrás; mirando el reloj de la sala, vi la hora que era sabiendo que pronto llegaría su madre y que nos podría encontrar en tal situación no me importo, dejando de masajearle los senos, me pare y le dije que ahora mismo le rompería el culo, que me aseguraría en ser el primero en hacerlo, que sin ello no me iría, ella contesto diciendo que era tarde, pero esa situación de que nos pudiera encontrar su madre, le parecía muy excitante, aceptando. Seguidamente se levanto y se agacho poniéndose de espaldas en cuatro, al verla en esa posición con ese culo virgen esperando que le metiera mi pieza, me acerque a ella abriéndole mas las piernas, listo para rompérselo, le dije que le iba hacer llorar por lo que se lo metería lentamente, ella contesto: “hazlo como mejor te parezca, pero llénamelo con tu leche caliente”, en fin haciendo caso a su pedido, se lo empecé a meter poco a poco, dando ella unos gritos como si le hincaran, me pedía que siguiera, que no parara en metérselo todo.

Penetrándoselo por completo, ella no paraba de gemir y decir: “ sigue papito, lo haces muy bien, ooohhh, aaahhh, ya me vengo, no pares...”, de tanto follarle nos venimos paralelamente, el hueco de su culo quedo lleno de mis jugos. Tirados quedamos en el suelo, cuando de repente se me ocurrió ver la hora, eran casi las 9 de la noche, era un hecho que su mama ya estaba por regresar, rápidamente nos paramos y nos fuimos a bañar los dos juntos, dentro del baño en la ducha Lourdes me dio una mamada que nunca olvidare.

Ya al salir del baño limpios y ella cambiada (pues yo tuve que ponerme mi misma ropa) nos dirigimos a la sala, en vez de empezar con los ejercicios tuvimos que limpiar todo lo manchado que habíamos dejado, de sus venidas y mis salpicadas en el mueble y el piso. Cuando estábamos acabando de dejar limpio todo, sonó la puerta, era su mamá, que había entrado. Al ver que estábamos limpiando el suelo, me saludo y nos pregunto que habíamos derramado, Lourdes le contestó que me había invitado una limonada helada y que bebiendo sentados en el mueble, por lo helada que estaba, goteó en el suelo. Creyendo lo que dijo su hija, su mama se retiro a su cuarto. Pasado el peligro, Lourdes me dijo que le había impresionado bastante, pues le cumplí satisfactoriamente. Yo ante tal alago, le dije que era por que entre los dos hay muy buena química, y que si ella le dejara al cornudo de su novio y estuviera conmigo aprenderíamos muchas cosas; sonriendo me dijo que lo pensaría.

Luego de todo lo experimentado con ella, le invite al cine, no se imaginan lo que sucedió después de la función, pero eso ya se los contare en otra historia.