jueves, 18 de octubre de 2007

El sabor del vino

Todo empezó un verano en el que trabaje en una bodega en la zona de la rioja, el era el químico o enólogo y a mí me gustaba para mi hermana ya que era 12 años mayor que yo, la verdad que estaba muy rico, alto moreno, vamos que alegraba la mañana cuando llegabas.

Pasado un tiempo en el que ya no trabajaba yo allí, me lo encontré y me invito a una cata de vinos en la que venían personalidades de otras denominaciones de origen e iban acompañados y él iba a ir sólo. Comenzamos la cata y aunque no entiendo mucho, como era ciega, le dije que me hiciese una señal cuando estábamos probando vino de su creación para poder votarlo bien.

Una vez allí con la copa en la mano y ya un poco bebidos por que había muchas clases de vino, yo cogí una copa y estaban esperando que diera mi puntuación cuando lo estaba mirando a la luz como cae la lágrima por el cristal de la copa, note algo raro por debajo de mi falda, era su mano buscando mi tanga de hilo dental que llevaba puesto, yo creí que era la señal que le había dicho y le dí la máxima calificación a ese vino por que no podía aguantar más la cara de excitación que estaba poniendo mientras todo el mundo esperaba mi decisión. Pero mala suerte la mía que no me estaba haciendo ninguna señal, que se había excitado muchísimo al ver una mujer catando vino con 30 hombres a mí alrededor.

Después de dar la puntuación, y dejar la copa encima de la mesa que a duras penas conseguí mantenerla en la mano por que la excitación que me había producido era tal que me temblaban las piernas. Fue entonces cuando deje caer mi pitillera debajo de la mesa con la excusa de agacharme y tomarme la venganza, y así lo hice me metí debajo de la mesa y empecé a tocarle el paquete, mientras era su turno en la cata.

También él acaba pronto pues ya no aguantaba más su pantalón parecía una tienda de campaña, en ese momento se me ocurrió inventarme que iba un poco mareada para escaparnos de allí, e irnos a donde fuese a seguir con lo que habíamos empezado, pero no pudimos ni salir del edificio.

Nos metimos en la sala de barricas que está algo fría y con luz roja y entre las barricas él empezó a besarme como nadie lo había hecho, me subió la falda y me retiró el tanga sin llegar a quitarlo, se agacho y empezó a succionarme el clítoris con una facilidad que su lengua parecía que corría en las olimpiadas, que maravilla, ya me estaba empezando a correr cuando le retiré la cara y le saque la polla del pantalón, le hice la mayor mamada que nadie le había hecho, lentamente y saboreando sobre todo el glande y haciendo cosquillas en los huevos.

Sin ni siquiera quitarnos la ropa él con la polla por fuera de la bragueta y yo con mi mini falda, me penetro hasta dentro con mucha fiereza de tal manera que nos corrimos los dos a la vez.

Fue muy excitante, ahora ya no lo quiero para mi hermana es para mí.

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