martes, 16 de octubre de 2007

En la oscuridad

Hace tiempo que mis amigos, mis amigas y yo solemos irnos muy a menudo al caserón que la familia de uno de ellos tiene en un pueblo cercano a Madrid; habitualmente disfrutamos de la intimidad que te da el estar apartado de la civilización a la hora de hacer fiestas, montar bulla sin molestar a nadie y, como no, de tener relaciones sexuales con tu pareja sin el agobio de las prisas por volver a casa o de ser pillado por tus padres que vuelven antes de lo previsto. No es que montemos orgías (¡qué más quisiera yo...) pero allí cada uno hace lo que le da la gana; a la hora de dormir solemos ser más personas que camas, así que normalmente tiramos colchones por el suelo y a no ser que alguien quiera por evidentes motivos una de las pocas habitaciones que tiene la casa, la mayoría dormimos juntos tirados por el suelo del inmenso salón.

El día en que ocurrió esto que paso a relatar ahora éramos diez personas: mi amigo Luís y su novia Sonia, Juanrra y su novia Lucía, mis amigos Pedro, Víctor, Natalia, Susana, mi hermanastra Sara y yo, que me haré llamar Shanjiv. Mi padre se había vuelto a casar después del divorcio y la mujer de mi padre tenía a su hija Sara, un año más pequeña que yo, que rápidamente hizo amistad conmigo y con mi gente y siempre venía con nosotros. Esa noche bebimos un montón y estuvimos de juerga hasta las cuatro de la mañana, jugando a una especie de strip-poker que se quedó en nada porque a la hora de que las chicas les tocara quitarse algo más que sus blusas o pantalones se cortaron y rompieron el juego. Estaba ansioso de que tanto Lucía como Natalia perdieran, porque ambas tienen un buen par de tetas y deseaba vérselas al natural.

También Sonia, Susana y Sara gastan una buena talla de sujetador, pero a esas ya se las había visto porque acostumbran a hacer top-less cuando vamos a la playa o piscina. Como suele pasar generacionalmente, las modas hacen que a veces parezcamos clones de nuestros propios amigos, y con nosotros no iba a ser diferente, aparte de sus grandes atributos, las chicas eran muy similares en el peinado, todas lo llevaban largo y ondulado, y aunque en el color eran diferentes, eso no me serviría par lo que ocurrió poco después.

Poco a poco nos fue entrando ganas de ir a dormir, y como esta vez no iba a haber muchos problemas a la hora de coger cama, porque yo había elegido una habitación ya que iba sin pareja y Víctor quiso dormir en una cama en vez de en el suelo, pues se vino conmigo a la vez que Luís y Sonia durmieron en la otra habitación (estaban muy necesitados esa noche...) y Juanrra, Lucía, Pedro, Natalia, Susana y Sara se acomodaron por el salón.

Apenas había pasado media hora cuando Víctor dijo que él se iba porque en esa habitación hacía mucho calor y que prefería dormir en el salón o incluso en la terraza, así que me dejó solo. Poco rato después, cuando estaba medio adormilado, sentí como la puerta de la habitación se abría lentamente, como queriendo no hacer ruido; pensé que era Víctor que se había arrepentido, pero distinguí una silueta de mujer entrando y cerrando la puerta tras de ella. Me incorporé levemente preguntando quien era, pero rápidamente empujó mi cabeza hacia la almohada y llevando un dedo hacia mi boca me indicó que me callara. Quise adivinar quien era tocándola la cabeza, pero el pelo no era una señal que me permitiera distinguir una de otra; se sentó a mi lado y en la oscuridad quise percibir como un ciego por medio del olor si lograba identificarla, pero olía como cualquiera de los diez que nos encontrábamos allí, porque usábamos un gel, un champú y un desodorante común para todos para así ahorrar gastos.

Cuando pensaba que ya me iba a llegar la broma que hubieran preparado para mí, su mano se aproximó a mis pantalones cortos y comenzó a frotarme mi verga por encima de ellos, yo abrí los ojos todo lo que pude como si quisiera captar un átomo de luz que me permitiera ver quien era, pero era imposible, la oscuridad era completa. Mi rabo creció en toda su longitud hasta llegar a asomar mi capullo por el borde del pantalón, hecho que ella aprovechó para lentamente bajármelos y dejarme totalmente en pelotas. No hablaba ni una sola palabra, pero con gestos de sus manos me iba indicando cosas, como cuando me llevó mis manos a su cintura y con un dulce tirón hacia arriba me mostró que quería que la quitara su camiseta; mientras subía las manos noté como sus dos melones duros y tersos rozaban mis brazos y sentí como palpitaba mi polla de ansiedad, noté que mientras yo la desnudaba de cintura para arriba, ella se quitaba lo que llevara de cintura para abajo, los dos estábamos desnudos y notaba el calor de su cuerpo desnudo tan pegado al mío que no pude por menos que cogerla de la mano y llevársela hasta mi rabo para que me la pelara con dulzura.

Ella tenía mejores planes para mí, y tras sentarse sobre mi vientre, fue lentamente bajando con su lengua desde mi cuello hasta que llegó a mi empalmada polla, y con mucha sabiduría comenzó a lamerla de tal manera que pensaba que me iba a correr en ese mismo instante, pero sabía muy bien lo que hacía, y tan pronto se la tragaba hasta el fondo babeándola bien como que se la sacaba de la boca y la lamía en toda su longitud con lentitud y pasión. El trabajo que ella me estaba haciendo con sus labios, su lengua y sus manos unido al morbo que me estaba dando el no saber con quien estaba jodiendo me estaba llevando así a la locura cuando con un rápido giro ella colocó mi cara entre sus piernas sin soltar con la boca mi polla, dispuesta a disfrutar de un enorme 69. Me excitaba como un burro el sabor de sus flujos en mi garganta mientras sentía como ella cabeceaba de arriba a abajo, haciéndome la felación mas maravillosa y brutal de mi vida, teniendo serias complicaciones para evitar rociarla con mi leche tan pronto.

Tras un buen rato disfrutando de su boca chupándomela y de su coño corriéndose como una metralleta con notables espasmos en cada uno de sus orgasmos, ella se apartó de mí y pareció que desaparecía al no poder verla, pero rápidamente sentí como se sentaba encima mío y con suma facilidad se iba introduciendo mi rabo entre sus piernas, fruto de su salvaje humedad entre las piernas y de mi brutal erección, ya que en mi vida la había tenido tan dura y tiesa. Ella llevó la iniciativa, cabalgándome sin remisión mientras mis dedos recorrían cada centímetro de sus grandes y excitadas tetas, retorciéndola los pezones y consiguiendo con esto oírla gemir profundamente (aunque tampoco me sirvió como prueba, y además en ese momento me daba igual quien fuera) y hacerla que aumentara el ritmo de su cabalgada sobre mí. Noté como ella misma se iba dando gusto a la vez que se la metía más y más dentro, acariciándose el clítoris a toda velocidad, y fueron varias las veces que sentí como los músculos de su vagina se contraían y un caldo espeso recorría mi polla hasta llegar a reposar sobre mis huevos, síntoma de que había eyaculado de nuevo. Estaba haciendo verdaderos milagros para no correrme dentro de ella, llevábamos desde que empezó a chupármela casi 40 minutos y no sabía si podía aguantar mucho más, y ella pareció que lo notó, ya que se bajó de encima mío y a empujones me fue llevando a otra postura; ella se colocó boca arriba en la cama, la oía jadear con fuerza y la faltaba la respiración, y yo me fui a tumbar sobre ella para metérsela hasta los huevos, pero con un suave sonido con su boca me indicó que no era eso lo que quería, agarró mi nabo que reposaba en la entrada de aquella gruta inundada que era su chocho y se la llevó hacia abajo, hasta su culo. ¡Quería que la enculara! cosa que ansiaba ya que, mientras ella me cabalgaba, yo la agarré por las nalgas y noté un culito durísimo, tenso, vibrante, deseable para ser follado.

Lo del culo podría ser una prueba para saber quien era, porque Sonia no tenía un culito respingón como el que tuve entre mis manos unos momentos antes, el culo de Sonia era un poco plano, pero dada la postura que ella tenía sobre mí, hasta el culo de Sonia podía ser respingón. Noté que su angosto ano estaba un poco seco, aunque hacía unos segundos que ella se había dedicado a juguetear con él dilatándole notablemente con sus dedos, pero preferí lubricarlo un poco con los propios jugos de su vagina; hundí dos de ellos hasta los nudillos, con una facilidad pasmosa, empapándolos bien para acto seguido untar bien su crema alrededor y dentro de su ojete dándole la textura idónea para penetrarlo. Ella se sujetó las piernas por debajo de las rodillas y las levantó mucho, ofreciéndome sin dificultad su trasero listo para ser atravesado; apoyé mi cipote en la entrada y lentamente fui empujando hacia dentro del mismo, tragándoselo irremediablemente a la vez que ella gruñía de placer notándola cómo iba entrando; una vez toda dentro comencé a meterla y sacarla cada vez más aprisa, haciendo que al mismo tiempo ella gimiera con el mismo compás con que me la estaba follando; quise darla doble placer como ella había hecho antes, y a la vez que le enculaba mis dedos se trababan su coño tanto en el clítoris como por dentro de él, y ahí cometió u único desliz. Mientras la frotaba el coño salvajemente, noté que el mismo estaba depilado totalmente, se lo había rasurado, solo tenía que decir "¡eh, chicas, quitaros las bragas que quiero ver a quien me follé anoche!", así que eso tampoco servía como prueba, pero quizás algo podía distinguir al verlas en ropa de baño, ya que todas solían llevar unos bikinis bastante pequeños.

Tras unos minutos empujando con fuerza dentro de su culo, sentí como una catarata estaba a punto de hacerme explotar los cojones, no sabía si quitarme y correrme fuera o qué hacer, solo se que con voz entrecortada acerté a decir "¡Me corro!", y ella sacó mi polla de su culito y de un golpe se la introdujo en el coño, meneando sus caderas desaforadamente, la muy puta quería que me corriera dentro de ella, y eso iba a tener. Un tremendo espasmo acompañó mi primera vomitona de esperma, a la que acompañaron varias más, sentía el chapoteo de mi rabo chocando con mi leche y la de ella a cada golpe de caderas tanto mío como suyo, porque ella también agitaba su cintura para ordeñarme bien. Una vez acabé de soltar semen como un burro, ella me cogió por las mejillas y ambos sudorosos, exhaustos, ardientes, nos fundimos en un intenso morreo hasta que ella, aun agitada, se levantó, cogió sus ropas y se marchó de la misma manera que había venido. Quise distinguir en ese beso que en su lengua había el agujero de un piercing, que inteligentemente se podría haber quitado para no darme pistas de quien podría ser, ya que de las cinco chicas que estaban en la casa, solo Lucía y Sara llevaban un piercing en la lengua. Tras fumarme un par de cigarros para calmar mi ansiedad por lo que había ocurrido en los últimos 80 minutos y cuando la claridad del amanecer encendía un poquito mi habitación (¡a buenas horas!), me dormí.

Nunca he sabido quien me folló esa noche, porque todas se comportaron con igual naturalidad después de lo ocurrido, pero estoy deseando que vuelva a entrar a mi habitación. Por si acaso, hasta en casa de mis padres dejo la puerta entreabierta, por si hubiera sido Sara.

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