jueves, 18 de octubre de 2007

Soraya y el profe de inglés

Me llamo Ángel y tengo 33 años, la otra protagonista de esta historia es Soraya una estudiante de bachillerato que acaba de cumplir 18 años; y fue el día de su cumpleaños cuando todo ocurrió. Pero empecemos desde el principio, yo estudié Filología Inglesa y por las tardes daba clase de ese idioma a chavales para ayudarles en los estudios. Soraya empezó a venir a mis clases un verano para practicar el inglés pues no se le daba nada bien en el colegio. Su madre habló conmigo para ver si podía coger a Soraya en mis clases, en principio le dije que no, pues yo ese verano quería descansar y relajarme un poco; por suerte para mí al final la acepté pues por otros compromisos tuve que dar clases a un grupo y tenía un hueco que lo ocupé con Soraya.

Yo no la conocía, el primer día me impresionó la dulzura de su expresión y lo guapa que era. La verdad que no ha cambiado mucho en estos últimos años; es morena con la piel clara y unos ojos negros que se le salen de la cara. Ya se veía que iba a estar buenísima, con unas piernas preciosas y un culo perfecto: un poco respingón e ideal para agarrarlo con las dos manos. Entonces lo que no tenía apenas eran tetas pero en estos tres años se le han formado muy bien, no son grandes pero son duras y con unos pezones abultados que me vuelven loco solo de pensarlo.

Ese verano las clases fueron muy aburridas y tediosas pues los alumnos pasaban de estudiar. Soraya era muy tímida y callada yo intentaba romper el hielo para mejorar su rendimiento en clase, peor la verdad es que no lo conseguí. Cuando acabó el verano perdí la pista Soraya durante dos años, sé que fue a estudiar a un colegio interna pero nada más.

Hace un año me llamó su madre para que incluyera a Soraya en mis clases ya que volvía a estudiar otra vez aquí. El primer día de clases ella me saludó muy efusivamente dándome dos besos. !Cómo había cambiado¡ no físicamente si no la forma de ser y en lo amable y alegre que era. El curso transcurrió muy bien ella no es muy buena estudiante pero iba avanzando razonablemente bien en el aprendizaje del inglés. Aunque lo interesante estará cuando cuente como progresó en el “francés” y el “griego” pero eso será más tarde.

Durante las clases yo no podía dejar de mirarla y de acercarme ella por cualquier excusa sobre todo cuando venía con esas camisetas de tirantes y cortitas de manera que dejaba a la vista su ombligo. Yo me acercaba a su mesa para corregirle los ejercicios y aprovechaba para verle su canalillo y lo que podía de sus pechos, al principio no se daba cuenta, pues yo lo hacía con mucho disimulo y muy pocas veces. Pero un día cuando yo estaba de pie junto ella para corregirle y la vista no se me iba de sus pechos miró para arriba me sonrió y se coloco la camiseta para impedirme la vista de esas dos maravillas que yo solo veía parcialmente.Estuve unos días sin ir a corregirle a su mesa pero ella un día me dijo: ven aquí por favor a explicarme este ejercicio. Llevaba una camiseta más ancha de lo normal y además ella no impedía la vista de sus dos tetas. No llevaba sujetador y pude verlas completamente eran perfectas y tuve que hacer esfuerzos para que los demás alumnos no se dieran cuenta de la situación, Soraya si se daba cuenta e incluso creo que pudo apreciar la erección que yo tenía dentro de mi pantalón. Todo transcurrió así en los restantes meses del curso con los escarceos más o menos interesantes con canalillo de sus pechos y mi vista lo que me provocaba un deseo cada vez mayor de poseerla. Esta situación me producía cierto desasosiego pues Soraya era mi alumna y además menor de edad.

Al finalizar el curso un día cuando la clase acabó Soraya me dijo que quería hablar con migo y pedirme un favor, yo pensé “el favor te lo hacía yo”. La cuestión era que tenía un examen el lunes próximo y quería que le diese un par de horas de clase extra el sábado por la tarde. Le dije que no, pero luego pensándomelo mejor la llamé y le dije que le daría una hora de clase, yo no podía imaginar lo que iba a pasar en esa hora, ni tenía la intención de que ocurriera, yo me conformaba con que aprobara el examen y con echar alguna mirada furtiva a su escote.

El sábado a las siete en punto estaba en el aula vestida de una manera muy veraniega pues el día había sido muy caluroso. Estaba preciosa con el pelo recogido en una cola de caballo, una camiseta súper ajustada al cuerpo que le realzaba los pechos y unos pantaloncitos cortos que dejaban ver sus maravillosas piernas al completo y le sentaban muy bien haciendo que su culo pareciera más perfecto todavía. Estuvimos hablando y me agradeció que le atendiera un sábado, me dijo que realmente no tenía ningún examen que solo quería celebrar conmigo su cumpleaños que era ese día. Cumplía 18 años, me dijo: -ya soy toda una mujer -. La felicité sin saber que decirle porque me había engañado pero estaba deseando celebrar con ella lo que quisiera. Le di dos besos en las mejillas pero ella me dijo si quieres me lo puedes dar en la boca; yo no dudé ni un instante le agarré de la cintura la atraje hacia mí y la besé. No besaba mal pero el beso que nos dimos fue educativo yo hacia que mi lengua le enseñara a la suya lo que tenía que hacer. Duró el beso bastante e hice lo que desde hace tiempo deseaba, cogerle el culo con mis dos manos y amasarlo como si estuviese tocando la masa del pan. Mi polla toda dura estaba palpitando dentro de mi pantalón pegada a su coño.

Le toqué los pechos, eran duros, muy duros. Le besé el cuello mientras mi mano se colaba por debajo de la camiseta y le desabrochaba el sujetador. Tenía unos pezones abultados y suaves que solo el hecho de tocarlos me excitaba muchísimo. A la vez que le sobaba las tetas nos besábamos, ella cada vez lo hacía mejor, separé un poquito mi bragueta de la suya y con la mano que tenía en el culo le toque su coño por encima del pantalón que ya estaba un poco húmedo. Se estremeció y comenzó a tocarme la polla también por encima del pantalón. Le dije que si al chico que alguna vez le acompañaba a clase también le hacía eso, me dijo que le había tocado hasta que él se corría pero que cuando el la tocaba nunca ella había conseguido correrse. Le pregunté si ella se había tocado alguna vez, me sorprendió la respuesta, me dijo que si y que le gustaba mucho, lo hacía con el dedo antes de dormir muchas noches, hasta que se corría quedándose tan relajada que se dormía inmediatamente.

Me saqué la polla y comenzó a tocarla rápidamente, le frené un poco el ritmo y seguí chupándole los pechos, al cabo de unos minutos hice que se agachara y se metiera mi pene en la boca, al instante se lo sacó y me dijo que no sabía que hacer le dije que imaginara que era un helado, la mamada fue perfecta me recorría el capullo con la lengua y succionaba suavemente haciéndome gozar como un animal. Aumentó el ritmo con su boca, comencé a jadear, ella me miraba la cara de placer y seguía, me corrí en su boca llenándola entera de mi líquido caliente que ella se tragó; la besé y le dije ahora te toca a ti.

Le quite el pantalón y el pequeño tanga, la tumbé en una mesa y comencé a pasarle la lengua por el cuello, los pechos, sus pezones estaban duros, metí uno en la boca y lo chupé, bajé a la barriga, me detuve en su ombligo provocándole un punto de placer, seguí por sus ingles, baje por su pierna derecha, cambié a la izquierda y fui subiendo hasta llegar a su coño, allí le metí la lengua entre sus labios mayores y menores, comiéndome su clítoris mientras ella jadeaba y se retorcía de placer. Cuando noté que se iba a correr intensifiqué la comida y le metí un dedo en el culo. Noté como si ella se extrañara, pero no dijo nada, al contrario cada vez jadeaba más deprisa y por fin tuvo un orgasmo que duró muchísimo. A mí, la polla se me puso otra vez dura de ver disfrutar a ese maravilloso cuerpo por lo que yo le hacía. Te ha gustado -le pregunté-. Me dijo que nunca había sentido nada igual, ni cuando ella se masturbaba. Le comenté que aun quedaba mucho más.

Me tumbé me dio un masaje por todo el cuerpo le indiqué como tocar la zona de mi ano para darme placer. Lo hacía maravillosamente y casi hace que me corra. Se tumbó ella y el masaje se lo di yo excitándola muchísimo cuando le tocaba el ano y su coñito, me tumbé encima de ella y le metí mi pene en su cueva, estaba caliente y muy húmeda. Me movía al principio muy despacio procurando no hacerle daño, me había pedido que tuviese cuidado porque era la primera vez; la tranquilicé y seguí con mi faena. Primero le metí la mitad de mi polla y la mantuve unos instantes dentro, sin hacer nada mientras nos besábamos, de repente se la clavé entera; lo que provocó en ella un grito de placer. Ella cada vez abría más las piernas para facilitarme la penetración e intentaba seguir con su cuerpo mi ritmo. Paré de moverme y le pedí que nos diésemos la vuelta para que ella estuviera arriba, lo hicimos sin sacar el pene de su vagina, cuando estaba encima de mí empezó a cabalgarme muy deprisa buscando más placer. Tuve que frenarla y marcarle un ritmo más sosegado, le metí un dedo en el culo y comenzó otra vez a acelerarse; se lo permití ya que estaba a punto de correrse, lo que hizo unos minutos más tarde. Yo también estuve a punto de correrme pero no lo hice pues quería hacerlo en su culo.

Soraya estaba radiante no paraba de besarme y de decir que le había gustado mucho. Le pregunté si quería tener otro orgasmo mejor que los anteriores. No me contestó. Le dije que quería metérsela por el culo. No dijo nada. Yo tenía la polla dura y deseando entrar otra vez en combate. Soraya se tumbó a mi lado de espaldas, le di un masaje deteniéndome en su culo, me volvía loco, se lo besé, le chupe el ano, le introduje un dedo mojado en saliva. Luego dos, moviéndolos lentamente, ella disfrutaba y me pidió que le metiera la polla. Situé la punta en el ano y le metí un par de centímetros; noté que hacia una mueca de dolor pero no dijo nada. Se la metí entera y comencé a moverme lentamente, ella jadeaba y me pedía que no la sacara. Nos levantamos sin sacar el pene de su culo y la puse mirando hacia una pared y yo detrás apretando fuerte. Ella estaba con las piernas abiertas. Le tocaba con la mano los pechos y el coño. Poco a poco fui acelerando las embestidas, ella me pedía más y comenzaba a temblar de placer, se estaba corriendo, disfrutando más que en las ocasiones anteriores. Yo me corrí como nunca, llenándole con mi leche su agujero.

Ese día fue la mejor clase de mi vida. Al año siguiente le di clases a Soraya de inglés pero también de otras cosas mucho más divertidas.

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