martes, 16 de octubre de 2007

Provocando en la oficina

Sabía que mi compañero me miraba y poco a poco iba descubriendo como cada día me gustaba provocarle más, hasta que un día ocurrió lo inevitable… Llevo una falda vaquera plisada, por encima de la rodilla, medias negras con un dibujo calado, botas altas negras con tacón de aguja, una camisa blanca que deja entrever un bonito sujetador negro, con encajes prácticamente transparentes.

Sentada en la oficina, mi compañero a escasos metros frente a mí, siento como mira atento mi escote, espera que haga algún movimiento para ver más allá, yo disimuladamente me inclino hacia delante, soy consciente de que se ve el inicio de mis pechos, me gusta provocarle, me gusta como me mira, lo hago muchas veces, pero no me atrevo a hacer nada más y él… solo se atreve a tratar de disimular la erección que le provoca la situación.

Estamos solos en este momento y no sé si estoy dispuesta a llegar más allá, la verdad es que me gusta que me observe… le pido que se acerque, algo en el ordenador no me funciona, él viene por detrás y se inclina sobre mí para coger el ratón del ordenador, la ocasión es ideal para que pueda ver mis pechos, no son muy grandes, pero tengo un escote bonito y ese sujetador los hace ver más bonitos aún, miro disimuladamente hacia mi derecha, yo sigo sentada y él de pie, por lo que puedo ver muy de cerca como en su pantalón se nota un bulto muy sugerente, se está excitando tanto como yo… algo en el ordenador no funciona le digo que tome asiento en mi sitio y yo me levanto sentándome sobre la mesa… al hacerlo mi falda se sube un poco para arriba, estoy muy cerca de él y sé que puede ver el final de mis medias, ve las ligas rodeándome la pierna y muy cerca está mi tanga, también de color negro, transparente, con el encaje igual que el sujetador, pero aún no puede verlo, el hecho de que tenga mis piernas cruzadas se lo impide.

Sigue mirando el ordenador mientras habla conmigo, de vez en cuando baja la vista y mira mis piernas, se está poniendo nervioso, pero creo que percibe mi juego, bajo la pierna que tengo cruzada sobre la otra… él observa atento todos mis movimientos, me quedo un momento con las piernas juntas, pero poco a poco voy abriéndolas, dejándole ver el tanga, está empezando a sudar, creo que no se atreve a seguir el juego, pero… de repente… me mira directamente a los ojos y pone una mano en mi pierna, le mantengo la mirada unos segundos, pero quiero darle más morbo a este juego.

Me levanto y me voy al baño, él sigue mis pasos con la mirada, pero sigue en mi ordenador, al volver del baño cierro la puerta de acceso, no quiero que nadie nos moleste, el juego se ha iniciado y quiero jugar la partida completa. Entro otra vez a la oficina, pero en vez de volverme a sentar en la mesa a su lado, cojo una silla y me pongo enfrente, él me hace un comentario sobre un virus que ha bloqueado algo en mi ordenador, supongo que piensa que el juego se ha terminado, pero cuando levanta la vista ve que tengo las piernas un poco abiertas, ahora mira con descaro, sin disimulos, se ha dado cuenta que me he quitado el tanga, que lo que se ve es mi coño completamente depilado… me mira directamente a los ojos, le mantengo la mirada unos segundos y veo como dirige su mano hacia la bragueta, comienza a tocarse por encima del pantalón.

Muy sugerentemente comienzo a desabrochar mi camisa, abro dos botones y cojo uno de mis pechos liberándolo del sujetador, dejándolo ver completamente por el escote, me levanto muy despacio y me vuelvo a acercar hacia mi mesa, me vuelvo a sentar, pero ahora no lo hago a su lado, me pongo justo delante, mientras me mira fijamente a los ojos pone otra vez la mano en mi pierna, comienza a acariciarla, va subiendo poco a poco hasta que con la yema del dedo índice roza mi clítoris y con una suave caricia va bajando despacio hasta la entrada de mi vagina, la cual desprende flujos sin parar, introduce el dedo haciéndome estremecer mientras yo masajeo mi pecho, la excitación es máxima, su pene parece estar a punto de romper el pantalón.

Cojo su mano sacándola de ahí, lo pongo de pie y lo atraigo hacia mí, ahora puedo sentir la dureza y el calor de su sexo cerca del mío, nos besamos… nos acariciamos, la pasión desborda el ambiente, bajo la cremallera de su pantalón atropelladamente, la desesperación por liberar ese mástil me inunda, lo saco, lo tomo con ambas manos y le comienzo a masturbarle, primero dulcemente, con suavidad, después el ritmo acelera, siento que cada vez está más duro, él me para… me hace echar sobre la mesa, besa mi cuello, mis pechos ya liberados totalmente… baja por mi ombligo, sigue descendiendo y acerca su lengua a lo más íntimo de mi, lo lame, lo besa, lo acaricia con su lengua húmeda, absorbe mis líquidos, lo mordisquea todo.

Estoy a punto de llegar al éxtasis, pero se para, se pone en pie, me incorpora de forma que quedo sentada delante de él y me penetra, me penetra hasta lo más profundo de mi ser, me abraza, muerde mi oreja mientras me susurra cuanto me desea, cuanto ha esperado para esto, clavo mis uñas en su espalda, he tocado el cielo, ahora siento como él también lo está tocando, poco a poco vuelve la calma, quedamos en esa postura abrazados un momento, nos miramos, sonreímos y nos damos un beso apasionado.

Le digo que estamos locos, me dice que sí, que soy su dulce locura. A partir de este día todo cambia para nosotros, ir a la oficina cada mañana se convierte en una aventura.

Ariadnna

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