jueves, 18 de octubre de 2007

En la oficina

Antes de empezar con mi relato, me describo; tengo 25 años, vivo en México soy delgado, peso 70kg, mido 1.75m, ojos verdes, cabello castaño claro, tez blanca, acostumbro correr por las mañanas desde hace varios años por lo que siempre me han dicho las partes que más resaltan de mi cuerpo son mis piernas y mi trasero por tantas horas de sudor en la caminadora.

Este relato comienza cuando tenía 18 años, aunque ya tenía varias experiencias previas, aquella mujer 5 años mayor que yo, descendiente de libaneses fue la primera en marcar mi vida sexual, trabajábamos en las mismas oficinas cuando ingresé a laborar ella tenía unas semanas ahí sin embargo, desde que la conocí me maravilló inclusive era la atracción en aquellas oficinas delgada, tez blanca, cabello ondulado negro, un cuerpo que cada vez que caminaba era la distracción de todos los hombres en aquella oficina con unos vaqueros siempre entallados y unas blusas que dejaban apreciar sus firmes y abundantes pechos, y unos ojos profundos y coquetos que uno podía perderse en su mirada.

Una noche lluviosa de Junio me solicitaron apoyo para una actividad que realizarían en su oficina y aunque ya nos empezábamos a conocer no habíamos tenido oportunidad de compartir tiempo a solas y ésta sería la oportunidad perfecta, empezó a llover y por alguna razón nos quedamos en la camioneta que estaba perfectamente acondicionada con asientos muy cómodos donde empezaron las caricias y nuestros primeros besos sumamente fogosos sin embargo, no fue ahí donde nuestros cuerpos se unieron en uno solo.

Días después estando en la oficina me pidió acompañarla por unas cosas a la bodega que se encontraba en la azotea del edificio, acepté gustoso tan pronto nos encontrábamos en la azotea y sin haber entrado aún en la bodega, la empecé a besar ardientemente y ella respondía a ellos, comenzó a besar mi cuello, su lengua parecía de fuego, levanté su blusa mientras mi mano derecha la acariciaba de su nuca, mi mano izquierda retiraba ese sostén que ya para ese momento parecía que le apretaba sus pechos, nuestras respiraciones se agitaban, nuestros cuerpos no se detenían, movía su cadera oprimiendo mi virilidad como deseando ya tenerme dentro de ella.

Nos encontrábamos a varios metros de la bodega recargados sobre la pared de las escaleras, nuestras bocas se fundían en besos húmedos y ardientes nos dirigimos a pasos apresurados hacia la bodega, el morbo de ser descubiertos parecía incitarnos aún más, entramos y ella me arrojó hacia la pared esta vez era ella quien llevaba el control, me quitó mi chamarra y la arrojó al piso mientras mis manos terminaban de desnudarla hacía frío, la lluvia se avecinaba pero ya la temperatura de nuestros cuerpos parecía no notarlo por fin, la última prenda, mi trusa estaba en el piso, nuestros cuerpos estaban a punto de fundirse.

Nos acostamos sobre aquella chamarra abultada por las plumas de ganso que se encontraba en el piso, una cama improvisada muy cómoda -pensé- ella seguía dominando encima de mí deseaba estar dentro de ella mi boca se hundía en sus hermosos pechos, su cuerpo perfecto me excitaba aún más, ella me apartó y empezó a besar mi cuello en ese momento ya me encontraba dentro de ella, no queríamos hacer ruido por no ser descubiertos pero la excitación era demasiada y nuestros gemidos se nos escapaban -ella incluso después me dijo que habría escuchado pisadas en la azotea pero por el momento no le importó ser descubierta- se levantó y empezó a montarme la excitación aumentaba a cada momento.

Su cadera subía y bajaba, nuestras respiraciones se agitaban aún más, en ese momento tomé el control, esta vez era yo quien estaba arriba, mi cadera se movía circularmente y arriba hacia abajo cosa que no pasó desapercibida por la forma en que reaccionaba sus gemidos aumentaban y la temperatura con ella.

Nuestros orgasmos se acercaban -al día siguiente me daría cuenta de una mordida en mi cuello que sirvió para ahogar su grito, la excitación no me permitió darme cuenta del momento en que me mordió- mi orgasmo podía esperar, lo controlé, quería disfrutar de este momento todo el tiempo posible, volví a la embestida sus gemidos que intentaba contener eran el incentivo perfecto para esta excitación.

Nuestros cuerpos sudaban ya, el contacto era suave ya afuera el ruido del techo nos avisaba la lluvia que caería lo que con seguridad desanimaría a cualquiera a subir a la bodega nos sentíamos más cómodos y nuestros cuerpos ya se conocían, nuestras lenguas se fundían en besos cada vez más prolongados, besar sus pechos era excitante ella continuaba boca arriba recibiéndome con las piernas abrazadas a mi cadera que se movía con mayor fuerza.

Un segundo orgasmo llegó a su cuerpo esta vez no pudo contener su grito pero no había nadie que esta vez lo escuchara ya era momento, mi orgasmo tenía que llegar mi mente lo deseaba, a los pocos minutos mi orgasmo llegó profundo y largo -razón por la que acostumbro contenerlo al agotarme demasiado- nos quedamos abrazados en medio de un sudor con sabor salado que recorría nuestros cuerpos ya era tarde mi reloj que brillaba en la oscuridad señalaba las 20:30 hrs. rápidamente las ropas cubrieron de nuevo nuestros cuerpos, había que irnos o podríamos quedarnos encerrados si cerraban las oficinas, al bajar las miradas de las pocas personas que aún permanecían ahí, denostaban adivinar nuestra complicidad pero no sería la primera ocasión que esa bodega nos serviría para calmar nuestros deseos.

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